Texto publicado en PopMadrid el 9 de septiembre de 2006
Ayer viernes fui a ver a The Lucksmiths al Barbarella Club, y me lo pasé en grande. El concierto ya lo ha comentado el cofrade ficusín -este hombre cambia más de nombre que la gran Tamara/Ámbar/Yurena– nada más y nada menos que a las 3 de la mañana, a las dos horas de acabado el concierto. Estoy de acuerdo en todo con él.
De la puesta en escena me sorprendió ver al cantante tocar la batería de pie en primera fila, algo casi tan raro como ver a un cantaor de pie, pero bueno, fue muy divertido verle tocar, cantar, bailar y soplar la armónica todo a la vez, y no lo hizo nada mal. Solamente le faltó freir un huevo, que con el infernal calor que hacía en la sala no hubiera sido nada difícil.
De los dos discos que tengo de estos australianos, «A good kind of nervous» del 97 y «Why that doesn’t surprise me» de 2001, tocaron pocas canciones, qué pena. La mayoría imagino que eran del nuevo disco, «Warmer corners», que no he oído, y que en directo me parecieron muy conseguidas, muy buenas canciones, en ese terreno que les lleva de Teenage Fanclub a Belle & Sebastian, resultando una especie de Violent Femmes playeros.
Como dice ficusín, estuvieron impresionantes, inconmensurables, buenos, bonitos, baratos y maduros. Vamos, unas joyas de chavales, ¡¡si hasta diseñan sus propias camisetas!!, según me contó la charming petitcomite casi al final del concierto.
Eso, que nadie se los pierda en Valencia o en Barcelona.
La foto está cogida de la página Underexposed, a la espera de que alguno de los muchos fotógrafos que había en la sala envíen sus fotos a la redacción de PopMadrid.