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Quiero tortilla estatal

Texto publicado en Antigourmet el 26 de noviembre de 2009

En un alarde de imaginación, la ganadora del Trofeo Coca-Cola XII Campeonato de España de Tortilla de Patatas que se celebró hace nada durante el XI Congreso lo mejor de la gastronomia.com, Itxaso Cisneros del bar Izaro de Bilbao, ha puesto en el escaparate de su bar para anunciar que hace la mejor tortilla de patatas de España la frase 2009 Primer Premio Tortilla Estatal, según recoge el blog de Santiago González (cuya imagen copio).

Tras reírme un rato ante tamaña paparruchada, puse ”Tortilla Estatal”, el genial disco de Patrullero Mancuso, como no podía ser de otro modo, para escuchar El halcón milenario, El peine de la tortuga, Qué poquita cosa, o la canción que da título al disco, Tortilla estatal, cuya letra copio:

Tenga cuidado por favor,

yo sólo busco lo mejor.

Quiero tortilla estatal.

No se equivoque, embaucador,

está usted hablándole a un señor.

Déme tortilla estatal.

Y todos juntos a cantar:

”Trala lara la la la la,

quiero tortilla estatal.”

En fin, nada, que el lenguaje torticero y totalitario de los nacionalistas a veces crea genialidades como la de arriba, y esta vez además me ha llevado a recuperar un gran disco que hace tiempo no escuchaba. Y es que hay que darle al César lo que es del César, y el término ”tortilla estatal” lo inventaron Murky, Guiller, Jaime y Manuel, grandes entre los grandes. Ni eso ha inventado la pobrecilla de Itxaso.

Aduriz: ”Yo sirvo cosas que no están buenas”

Texto publicado en Antigourmet el 13 de julio de 2009

Expansión se marca hoy un extraño y sin sentido artículo llamado ”Así se crea un restaurante ’top’” en el que se cuenta, plena de autobombo, la historia del restaurante Mugaritz del cocinero Aduriz. El lector que consiga superar el primer párrafo, que contiene esta indescifrable frase ”La pizarra de la cocina del cuarto mejor restaurante del mundo recuerda el realismo en potencia que encierra cualquier sueño a los 30 profesionales afanados en emplatar ilusiones vegetales”, ya se merece un premio.

Aduriz pensando titulares mientras toma sopa

Pero lo más interesante o impactante del artículo de Marta Fernández son algunos entrecomillados del cocinero, quien, como siempre y como hacen todos sus colegas, disfruta lanzando titulares a cual más descabellado, provocando que incautos blogueros como el que escribe esto, caiga de nuevo, y les dedique un post. Las tres mejores sentencias:

”Los proyectos de I+D deben tener una función social y un objetivo claro.”

”Yo sirvo cosas que no están buenas, pero que son emocionantes. No cocino en la escala habitual del sabor. Cocinar bueno es muy fácil; yo me entrego, me meto en fronteras enredadas y complicadas.”

”El gran enemigo de la alta cocina no es la exigencia, sino la ignorancia. No hay nada peor que un cliente ignorante.”

¿Qué función social cumplen entonces sus proyectos de I+D? ¿Busca acaso sabores malos pero emocionantes? ¿Por qué no regala entonces un vídeo de la emocionante Speed y deja la comida para quien sabe cocinar? ¿No será acaso él el ignorante? ¿Si cocinar bueno es muy fácil,y él cocina cosas que no están buenas, entonces cocinar mal es difícil? ¿Cómo puede ser un cocinero tan ignorante, mucho más que los ignorantes de sus clientes?

Artículo original de Expansión. Imagen de No se le puede llamar cocina.

Cocina tecnoemocional: algunas recetas

Texto publicado en Antigourmet el 13 de noviembre de 2008

Gracias a la presentación de la empresa de cátering valenciana El Alto, que se va a dedicar al terrorífico ”cátering molecular”, nos enteramos por la crónicade La Opinión de Tenerife de algunas recetas tecnoemocionales. Ahora, cuando en medio de una reunión con unos tipos de Chicago tu jefe quiera epatar a los visitantes, podrá pedir los siguientes platillos:

Trufa de foie y chocolate blanco y las brochetas de atún con soja, los dos cocinados con nitrógeno líquido a 195 grados bajo cero. Vamos, que te comes la brocheta más fría que un brazo de Han Solo (todavía congelado el pobre en carbonita por el cabrón de Jabba). Estos dos regados con un granizado de bloody mary, también hecho con nitrógeno líquido, ya que según parece le crea ”una película crujiente por fuera de congelación por frío” que debe ser la caña.

Caviar de tomate, lima y albahaca, y ravioli de mango con curry, realizadas ambas joyas por ósmosis, que gelidifica líquidos ”mediante la reacción química que se produce entre el alginato y el calcio, que consigue mantener el alimento en estado líquido en el interior y una fina película gelatinosa que lo recubre” (pobre redactor de La Opinión, como lo pare la poli en un semáforo con esa nota en el bolsillo lo llevan ipso facto a Guantánamo un par de años por si acaso. A ver cómo le explicas al municipal que el alginato es para hacer unos macarrones).

En fin, que según Quique Barella, jefe de cocina, los platos permiten ”personalizarse y adaptarse al cliente”. Vale,tío, ¿estás diciendo que eres tú el que te adaptas al cliente, que ellos te están pidiendo caviar de tomate? ¡Anda ya, Quique, pero si todo el mundo babea por una caña y una de bravas! De esta sólo nos salva Han Solo.

Imagen de El Alto.