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Un San Valentín de Espanto

Texto publicado en PopMadrid el 14 de febrero de 2009

Aquí estoy celebrando solo San Valentín en mi casa, tras irme a andar por la mañana por la Sierra y asistir de casualidad a un concierto de música de cámara a cargo de unos niños de ocho años vestidos de paje en el Monasterio de San Antonio en La Cabrera, y curado todo eso con una siesta mientras estaba la clásica peli de Antena 3 puesta para nadie y la lectura al despertar de un poco de las «Memorias de un hombre de acción», encaro este post mientras suena Seems So Long Ago, Nancy en mi tocadiscos.

Cansado me pongo a internetear un poco, y me llega una felicitación de San Valentín de los amigos de Birra y Perdiz, anunciando la descarga gratuita de la gran A ver si nos vemos, en una remezcla hecha por Contactados Factoría Musical, remezcla de baile que recrea la canción encorsetándola un poco y borrando el barniz sentimental y diy de la original de Espanto.

Se puede descargar aquí.

Además anuncian un concierto de Kokoshca en Pamplona y una performance de Giorgio Bassmatti en Guernica, donde «representará» a su bola el clásico «Loveless» de My Bloody Valentine.

¿Qué queda de día? Acabar una lamentable reseña de Cat Power, ver a ratos un par de los partidos del día mientras ojeo el número que me llegó el otro día de Arte y Parte y ya en pijama un par de episodios sueltos de Perdidos.

Espanto «Ísimos» (Birra y Perdiz, 08)

Texto publicado en PopMadrid el 30 de enero de 2009

Solamente ocho canciones nos regalan Espanto en su segundo disco, «Ísimos», ocho canciones que si soplas desaparecen, se deshilachan, pero esa fragilidad no es problema ya que nadie
sopla, todo el que escucha este disco aguanta la respiración, estupefacto ante la sorpresa continua que provocan las canciones.

«Ísimos», que casi se llama como una de las obras maestras de Ramón, «Ismos», tiene mucho de ese humor medio negro medio blanco pero siempre deslumbrante del grafómano madrileño, fijándose en las cosas más pequeñas desde las perspectivas más insólitas. Canciones como La cotilla, con geniales imágenes más que de perdiz de codorniz, o ese hit demoledor que es El último día de las vacaciones, tan cruel como romántico, la mejor canción del disco, un clásico para toda la vida, una canción que vale por todo un disco. «El último día de las vacaciones nos dimos un beso en condiciones, y dos pulseritas con nuestros nombres que habías ganado en los coches de choque».

Guitarras acústicas, raquíticas, pianos de juguete, órganos subacuáticos, coros apagados, y la estupenda voz de Teresa que narra con descaro y ternura historias tan cercanas como A ver si nos vemos, sobre un encuentro entre dos amigos que no se ven hace tiempo, algo que todos vivimos cada día pero nadie había cantado. «Que si te has casado, que si tienes hijos». El horrible mundo Facebook.

Si desde hace diez años todos los grupos españoles suenan a Vainica Doble, Espanto no podían ser menos, y no sólo eso, si no que son los que mejor han entendido a aquellas dos geniales señoras, bordando un disco que no puede ser más bonito, y del que solamente esperamos que los señores, los héroes de Birra y Perdiz pongan sus computadoras a tostar sin parar cederrones de «Ísimos». Sería una pena que un disco tan brillante no pudiera encontrarse fácilmente.

«El último día de las vacaciones, la puta maleta no cabe en el coche».

Espanto – Damunt – Crepúsculo

Texto publicado en PopMadrid el 17 de enero de 2009

Creo que lo más sorprendente del concierto de Espanto, Lidia Damunt y Joe Crepúsculo ayer por la noche en Ochoymedio fue la cantidad de gente que había. ¿Tanto poder tiene el Rockdelux para atraer a la gente o realmente hay una escena underground que ahora de repente y asiste a un concierto de este trío de grupos tan off-off-Broadway?

Empezaron Espanto, con una actuación de menos de media hora. De los tres es el grupo con mejores canciones -con diferencia-, algo que hace que se aguante sin pestañear a una cantante bastante hierática -algo que es un elemento común en el indie hispano- y a un guitarrista sentado. Solamente con eso y con los ruiditos que hace con un aparatejo la cantante, Espanto construyen una actuación íntima y emocionante. Quedan ganas de verlos en un sitio más acogedor.

Siguió Lidia Damunt, a la que unos problemas con el sonido de su guitarra al principio hizo que el concierto fuera más rabioso si cabe. No se entendía casi nada de lo que cantaba, pero algunas canciones de su rocabili murciano fueron impresionantes, aunque todas seguidas las descubría poco variadas, y más con una instrumentación tan seca. No se me quita de la cabeza la imagen de Lidia yendo del camerino al escenario con una pandereta en el tobillo.

Y acabaron las estrellas, Joe Crepúsculo, con un escenario lleno de cables, como debe ser. La gente coreaba algunos de sus inmediatos himnos de minuto y medio, cantados y tocados de cualquier manera -esa es una de las gracias- resultando el concierto una mezcla de uno de La Casa Azul y otro de Hidrogenesse. Pero las canciones -algunas muy buenas- aguantan muy bien su pase al directo, y ellos son lo bastante rockstars como para mirar a su público a la cara y hacerles reír con un par de chorradas.

Espanto ”Cantando en tu siesta” (Birra y Perdiz, 08)

Texto publicado en PopMadrid el 21 de noviembre de 2008

Espanto pertenece a ese extraño paquete de grupos y músicos que podra llamarse underground del indie, una oculta película de grupos que tendrían como mago de Oz a Patrullero Mancuso y su desparpajo surrealista antipoético. ”Cantando en tu siesta”, el disco de Espanto, ilumina una habitación como poco discos lo hacen este año.

Guitarra, escobillas y la voz, ese podría ser un resumen del disco, que comienza muy bien, con Daltonismo, retahíla de negaciones y afirmaciones cantadas por la chica sobre una cama de pop acústico, ”No ver esas películas que recomiendan las críticas, no enfrentarse a retos difíciles, asumir que no eres fantástico, no poder viajar a los trópicos por un hándicap económico, conducir como un energúmeno insultando siempre al prójimo”. Fantástico. Solamente falta aquel final de La Mode -con quienes comparten ese amor por las enumeraciones- ”Estas son las intenciones para el año que nos viene”. La música sigue por los mismos vericuetos con las siguientes canciones, Tiempo para el rock, estupenda reflexión sobre la edad y los roqueros, ”Ya habrá tiempo de vivir en el asilo, recordando viejos discos de vinilo”, y La absolescencia del producto, sin ninguna gracia en la historia y con una melancolía hiriente. ”Cantando en tu siesta” es un disco que tiene a ratos mucha gracia, pero no es un disco gracioso, casi siempre hay un contenido social que Espanto distorsionan tan bien que no se nota, como en Profesora de primaria y su estribillo ”Tú eres extraordinaria, madre soltera y profesora de primaria”.

Además de las tonadas pop, hay una faceta de ”Cantando en tu siesta” de una especial calidad, y que representa sobre todo La multa alegre, donde Espanto cambia los rasgueos pop por el country-blues. Siguen pudiendo ser las canciones de Aerolíneas Federales, por el descaro, o de Los suspensos, por lo deshilvanado, o de TCR, por el costumbrismo, Esa canción tiene, al igual que La trampa de ser, un aire de cabaret de entreguerras que hace ambas canciones destacar en el disco. La trampa de ser es quizá la más vanguardista o centroeuropea, con sus vientos y acorden, y filosófica del disco. Otra que entraría en este terceto sera El vals de Karpov.

Pero pronto los pajaritos vuelven a piar y los perros a cantar en la siguiente, Brigada de rescate, desoladora, preciosa. Cuando llega el rescate a él no se le ocurre otra cosa que ”Tú te lanzaste al sargento, te abrazaste al coronel, le diste un beso a aquel perro, pero a mí, a mí, no me queras ni ver”. Acaba el disco con un extra maravilloso, cinco minutos, sobre una chica, La chica del millón, con la vida solucionada que, con su mini, si Visa, su champán, drogas, y backstage sigue la estela de las clásicas Niño mimado, Gafas negras o La chica de la gabardina.

”Cantando en tu siesta” puede quedar oculto por la desorbitada brillantez de las letras, pero esas letras no serían nada sin ese acompañamiento desmañado y casero que hace del disco una pequeña joya entre tanto rollazo de disco que se edita al cabo del año.