Texto publicado en PopMadrid el 22 de julio de 2008
”Todo comenzó a ser distinto hoy, a ser distinto”. El salto mortal sin red que ha realizado Mate grabando ”Ventajas de ser optimista” solamente tiene eso, ventajas. Sin ningún tipo de complejo ni miedo, deja aparte la melancolía abusiva que había en su anterior disco para mostrarnos su lado más relajado y optimista, llegando incluso a cruzar el gran tabú del indie español al atreverse a poner ritmos latinos en un par de canciones. Que ladren.
Ya desde el comienzo, con El paisaje, se ve toda esa libertad que ha tomado por las armas Alberto Matesanz, coros femeninos, deje latino e instrumentación acústica, en resumen, línea clara. En Pájaros el tono relajado continua subiendo, dejando toda la pereza que lastra a amigos como Apenino con percusiones, pausa, y mucha clase. Con la tercera canción Mate rinde pleitesa al sello que le cobija, con ese ritmo latino, esos chirriantes y estupendos coros dabadaba, y esa letra en la que insiste en el ”Quiero ser normal”, y que Nixon habría firmado sin pestañear. En esta canción está condensado todo el humorismo costumbrista que inunda el disco, aunque a veces casi ahoga, rozando la cursilera, como en la dudosa Pipo, algo que lastra alguna de las canciones.
Sigue el disco con La equilibrista, una maravillosa canción de cantautor, preciosa, mucho más cerca del genial Pablo Guerrero, y de su peculiar sentido del humor, que del acartonado Aute. En Se rueda se aparca un poco ese sentimiento de cantautor folk para versionar ese mismo folk desde la órbita del pop británico de Lloyd Cole, al igual que en Los papeles, que con unas magníficas cuerdas, nos muestra la vida en un conjunto de diapositivas de una belleza sorprendente.
Llega la mejor canción del disco, Melancolía en verano, la más directa; es la típica historia de verano, cuando el sol ya vuela rápido hacia el horizonte, melancólica -melancolía en ningún momento reñida con el tono amable del disco- y perfectamente cantada con una voz mullida y retozona que ni Mikel de La buena vida lo haría mejor. ”Quedaremos en la plaza para dar la despedida, sacaremos unas fotos por si acaso no volvemos” remite al clásico ”Déjame hacerte una foto con las nubes detrás, quiero tener algo tuyo si un día te vas”.
Con Genoveva aparece el lado más clásico del pop, que inteligentemente huye de un tecno-pop que no cabría en el disco, aunque el teclado acústico la haga muy ochentera. En La novia vuelve la eterna canción de amor y desamor, en donde Alberto se dobla con una voz de chica resultando la canción tan encantadora como cualquier escena de ”Amo tu cama rica”.
Tras la fallida Pipo llega Vértigo, el final del disco, que de nuevo bajo la advocación de un extraño Nick Drake gracioso, nos deja con el mejor sabor de boca posible, el sabor que deja este íntimo y descarado ”Ventajas de ser optimista”, en el que Mate se postula por méritos propios como la gran revelación del año.