Texto publicado en PopMadrid el 14 de febrero de 2009
Cat Power nos entrega más emoción en las seis canciones que componen «Dark end of the Street» que en las veintitantas que componían la versión extendida de la madre de este doble vinilo de diez pulgadas, «Jukebox», buscando temas más carnosos y sinuosos que al nal le quedan mejor a la bella Chan.
La cara A del disco comienza con una emocionante y gospeliana versión del estándar Dark end of the Street, que CP canta sin la necesidad de demostrar nada que a veces causa cierto rechazo en las canciones de Chan Marshall arruinándolas con gorgoritos innecesarios, acompañada por una tremolante guitarra. Muy bien. La otra canción de esta cara es Fortunate Son, de la Credence, donde una ahogada percusión y una suave viola acompañan al piano de Gregg Foreman y a la voz de la estrella, que cimbrea la canción.
La cara B está dedicada en exclusiva a esa obra maestra cantada por los Pogues llamada Ye auld Triangle, arenosa percusión y nocturno piano, romántico violín y caricias de guitarra, para iluminar una Irlanda irreal, hasta llegar a un final casi de parada de bomberos por la Quinta Avenida. La mejor del disco.
En la cara C se encuentra la canción más reconocible de todo el disco, el clásico del soul I’ve Been Loving You Too Long (To Stop Now), en la que Cat Power salva los platos de milagro por su clase y por la intrumentación, pero que -siempre en esta canción si no la canta Otis– a punto queda de ser como una versión hecha en Operación Triunfo. La otra canción de esta cara es Who Knows Where The Story Goes, de Sandy Denny, que con el órgano que acompaña a la voz hace de esta versión la más frágil del disco.
Se cierra el disco con It Ain’t Fair que acapara ella solita la cara D, más blues, mucho más, para cerrar un disco que puede que sea de descartes de «Jukebox», pero que en muchos momentos depara emociones mucho más sentidas que en el elepé y donde Cat Power parece estar más en su salsa.