Archivo de la categoría: PopMadrid

Las cinco pantallas de La Casa Azul

Texto publicado en PopMadrid el 18 de noviembre de 2007

Resulta difícil lo de las pantallitas en los conciertos, creo que es un sistema al todavía le quedan varios años para que algo resulte inolvidable, ya que, o bien estas mezclas de vídeoarte y música resultan tediosas por la repetición o bien acaban siendo molestas por la falta de calidad.

Ayer en El Sol, con la sala a reventar, fue una de las veces en que más interesante me ha parecido este tipo de decoración para un concierto. Y más siendo La Casa Azul el protagonista, que aunque Guille se mueva mucho, al final solamente es un señor con una máquina cantando a grito pelado, y si no hubiera estado muy bien pensado, hubiera sido un sonoro fracaso.

Salió Guille con cinco pantallas detrás, una para cada uno de los componentes del grupo, que, con sus esquijamas y cara de pocos amigos, tocaban sus instrumentos sobre un fondo negro. El efecto logrado recordaba por momentos a los fantásticos juegos barrocos de Bill Viola. La inteligencia estuvo en la variedad, en el saber espaciar las actuaciones de los cinco chavales, que si se hubieran paseado por el escenario demasiadas veces habría acabado siendo un rollo. Pero varió, con algunas proyecciones realmente de mérito, como las estupendas de Siempre brilla el sol o El momento más feliz, y solamente un par de ellas bastante baratas.

El concierto, como el que vi hace un par de años en el PlastidePop zaragozano, fue una perfecta comunión entre el público y Guille, que hasta aplaudía en sus deshilachados parlamentos entre canción y canción. Lo peor fue la versión de Love is in the air, que no me convenció nada, como tampoco la interpretación de alguna canción de los inicios, como Galletas, que se descubren flojas ante el apabullante repertorio de los dos últimos discos.

La casa azul ”La revolución sexual” (Elefant, 07)

Texto publicado en PopMadrid el 13 de noviembre de 2007

La obra de La casa azul daría para varias tesis, más que por el contenido de sus canciones, por la incomprensible locura que suscitan sus conciertos o por la expectación que se crea con cada nuevo disco que edita. De este último disco, ”La revolución sexual”, se lleva hablando semanas sin haberlo oído, fundamentando los seguidores una supuesta evolución de la temática de las canciones en unas simples fotos de promoción. Pocos grupos hay en España que puedan decir lo mismo; eso es algo que suele suceder en Gran Bretaña, donde si uno de los componentes de Arctic Monkeys se deja bigote, inmediatamente la prensa se rasga las vestiduras.

”La revolución sexual” es un disco 100 % La casa azul, no se ve por ningún lado -gracias a Dios- que, como si bailara correctamente un chotis, se haya movido de baldosa en su concepción musical. Tras las primeras escuchas resultan mucho más agradables y adictivas las canciones más bailables, en las que barre totalmente de la pista a Jamiroquai, como la que da título al disco, irresistible en todo momento, o Esta noche sólo cantan para mí. Esas son las canciones en las que Guille se muestra más cómodo y deslumbrante, acercándose a veces, como en Chicos malos o Mucho más de lo normal, a lo mejor del Carlos Berlanga más reposado y más lúcido, pero, claro, a semanas luz todavía de componer algo tan perfecto como Si no es por ti.

Por el contrario, como en los otros dos discos de LCA, las canciones de pop rápido -véase Prefiero no o Mis nostálgicas manías– nunca llegan a enganchar como las del tipo antes mencionado o en las que, arrimándose más a los sesenta, casi metido en la piel de Alejandro en ”En el club”, como en La Gran Mentira, borda, sin inmutarse, las canciones.

La increíble capacidad de Guille para crear himnos no ha disminuido ni un ápice, esta vez con una cosecha de doce, de la por lo menos cuatro se convertirán en pequeñas obras maestras. Todos a bailar.

Wilco: Mis siete palabras

Texto publicado en PopMadrid el 10 de noviembre de 2007

1. No tengo ningún disco de Wilco.

2. Me encantó el concierto, más lo más country o rock, y menos lo más noise (sobre todo el guitarrista ese a mitad de camino entre Jesús Caldera y Don Jaime de Marichalar).

3. Hace tiempo que no asistía a un concierto con un público tan absolutamente entregado a un grupo, hubieran hecho lo que hubieran hecho la gente hubiera aplaudido.

4. Me molestan los músicos que en cada canción cambian la guitarra.

5. A mi lado había un asqueroso fumando porros que me atufó, pero la muchedumbre, como diría Yago Lamela, no me dejó moverme.

6. La próxima vez que toquen, iré a verlos.

7. Y me voy a comprar los discos de Wilco.

La Luna de PopMadrid

Texto publicado en PopMadrid el 5 de noviembre de 2007

Hace muchos años mi amiga Teresa me llamó por teléfono, estaba en una farmacia de mi barrio y al lado de donde tenía el coche aparcado había un contenedor de obra donde habían tirado libros y revistas, entre las revistas había un buen montón de La Luna, la mítica revista de la Movida Madrileña. Me fui para allá con una bolsa, nos repartimos las revistas y nos tomamos unas cañas. Todavía tengo las revistas.

El otro día fui a ver a la Biblioteca Nacional la exposición «La Luna de Madrid y otras revistas de vanguardia de los años 80», que en un sotanillo te enseña un montón de portadas de la revista y unas cuantas fotos y dibujos.

¿Es PopMadrid uno de los herederos de La Luna ahora que internet ha acabado con las revistas y los fancines?

Yo creo que sí es uno de los herederos. Es cierto que La Luna, con otra línea, hablaba de mucho más que de música, aunque hablaba mucho de música; pero PopMadrid también además de tratar sobre música, trata de sus alrededores: Iván escribió sobre Josep Pla o Don Luis Buñuel, Álvaro de la fabricación de vinilos o de internet, luismr de festivales de cine o de la seguridad social de Suecia, petitcomite de los sonidos del metro, ficusín de libros, y hasta hubo un tipo que escribió sobre la homosexualidad en el Chile de los ochenta.

Comencemos, pues, la campaña para que le den a PopMadrid cualquiera de los siguientes premios, el Premio Nacional a la Mejor Labor Editorial Cultural o el Premio Nacional de Música.

Turistas espaciales ”Telepatía astral para gente normal” (Closer, 07)

Texto publicado en PopMadrid el 28 de octubre de 2007

El primer disco de este quinteto malasañero es un disco de pop-rock español, muy variado, que cruza sin complejos de lo manchesteriano a lo indie o de la psicodelia setentera al electropop, todo ello recubierto de guitarras y maquinitas y con una temática única -a la manera del ”Ziggy Stardust”- de naves espaciales, futuro opresivo, ciudades y soledad; en definitiva, «Blade Runner».

Si en la hoja de promoción pone que son un cruce entre David Bowie, Stone Roses y Radio Futura no van del todo descaminados, ya que eso es el disco, solamente que el abuso de la mezcla a veces les lleva a rozar el típico pop-rock español, lo que significa caer de lleno en Pereza o M-Clan, que es cuando resultan menos creíbles. Otras veces, en cambio, esa mezcla no se corta y Surfin’ Bichos aparecen en el horizonte.

Cuando son más interesantes Turistas espaciales es cuando sacan la psicodelia a paseo, como en La serpiente en mi boca, quizá mi favorita del disco, que con esos guitarrazos, el inevitable órgano y esa forma de cantar recuerdan a Los Negativos de ”Piknik caleidoscpico”. También Pastillas contra el arrepentimiento, menos acelerada que otras, ayuda a elevar el nivel del disco a bastantes pies del suelo.

Otra de las secciones de ”Telepatía astral para gente normal”, que podría llamarse indie, les lleva a hacer canciones estupendas, como Mi meteoro favorito, que está cantada de la misma manera que Nada debería fallar de La buena vida, y que es una canción pop casi perfecta; otras, como Maniquí o Demasiado cerca no interesas, con Mánchester en el punto de mira, recuerdan a unos Deneuve sin -menos mal- la abrumadora biblioteca de los cordobeses.

Un interesante disco de debut, con diferentes e interesantes engaæos, que mejora con las escuchas.

Kylie Minogue contra Amy Winehouse

Texto publicado en PopMadrid el 26 de octubre de 2007

Llevo unos das dudando qué canción me gusta más, si 2 Hearts de Kylie Minogue o Valerie, la canción que Mark Ronson canta con Amy Winehouse. Las dos me suenan antiguas, la de Kylie, realizada por el grupo de electropop Kish Mauve, me encanta como está interpretada, Dios mío, casi parece de los Cramps. La Kylie, aceptada ya hace años por los indies, me sigue pareciendo mil veces mejor -y, por supuesto, más bella- que la pesada y también encumbrada de Madonna, la cual no hace ninguna canción buena desde Papa, don’t preach. El vídeo, realizado, evidentemente, a mayor gloria de las blancuras de la Minogue, cuenta con un grupo de acompañamiento a medio camino entre Mad Max III y Mi pequeño pony.

La de Ronson-Winehouse, una versión de The Zutons, es tan buena que te deja sin aliento. La Winehouse toma el testigo de, por ejemplo, Martha Reeves & The Vandellas, y se convierte en la mejor cantante de soul desde hace un siglo. Amy Winehouse, que tanto gusta a la cofrade petitcomite, es el primer mito del rocanrol del siglo XXI. El vídeo, en el que no sale Amy, es una actuación en la que varias imitadoras hacen el playback de la canción sin mucha gracia. Veamos las canciones:

2 Hearts:

Valerie:

Y de postre la original de The Zutons:

Refree ”Els invertebrats” (Acuarela, 07)

Texto publicado en PopMadrid el 22 de octubre de 2007

El cuarto disco de Refree es un disco de pop oculto tras un tenue manto de jazz que lo recubre por completo, ya que Raül Fernández se ha hecho acompañar por el grupo de jazz The Sweet Cut, consiguiendo un disco tan intemporal como bello y tan cosmopolita como personal.

”Els invertebrats” es una suerte de palíndromo, cuyo centro es la portentosa El Sud, que se rodea de dos canciones gemelas y perfectas, para seguir abriéndose en la siguiente cáscara con las cancione más prescindibles, y llegar al final de la onda expansiva con la primera y la última canción, tan buenas como las tres centrales, y tan inolvidables como todo el disco en general. Las canciones, de un divisionismo costumbrista, a veces recuerdan musicalmentea los inicios de Sr. Chinarro -hablo de la gloriosa Una rodillita dos, por ejemplo-, pero como si fueran cantadas por un Parade sin maquinitas, que en vez de oír tanto a Franco Battiato oyera más a Sisa.

Se inicia el disco con una fabulosa Buenos días por la mañana, que en un minuto y veinte segundos de pianos y silbidos deshilachados se convierte en heredera directa de El niño inseminado, lo que te hace ver que estás ante un disco muy a tener en cuenta. Un oficio antiguo y La mestressa, casi más de Parade que de Refree, son buenas, pero viendo lo que viene después, es mejor dejarlas pasar.

Y se llega a las tres canciones centrales, tres canciones que forman un half pipe rápido-lento-rápido resumen de todo el disco. Empieza con Envejece, en la que Raül sigue su recorrido de mañana de domingo en su barrio con una alegría melancólica que ni los Magic Numbers, para bajar el pistón con El sud, magistralmente cantada por Raül con el único acompañamiento del contrabajo de Manolo Cabras, y luego subir con El Sant Sopar, con palmas, moog, fiesta y todo lo necesario para acabar el guateque.

Aunque alguna de las siguientes canciones, como Marlina, pudieran oírse en el programa Área reservada, lo que echa para atrás bastante, el nivel de calidad del disco sigue prácticamente intacto, para acabar al más alto nivel con un poema musicado de Gloria Fuertes, Nana al niño que nació muerto, precioso poema convertido en perfecta canción pop, que seguro hubiera hecho las delicias de Enrique Urquijo, quien tenía en cartera cuando murió un disco de poemas Gloria Fuertes, que quizá, oyendo sus discos con Los Problemas, no hubiera estado tan lejos de loque ha hecho Raül Fernández, una sencilla canción pop con piano y violín.

”Els invertebrats” es un disco que merecidamente estará en un par de meses en todas las clasificaciones de lo mejor del año.

”Els invertebrats” en el Bandcamp de Refree.

Primera persona del singular

Texto publicado en PopMadrid el 19 de octubre de 2007

Escuchando ayer el muy fallido disco de homenaje a Los Nikis, ”Diez años en Sing Sing”, le tocó el turno a la versión por parte de La Amenaza Amarilla del clásico Los niños del Brasil. Me di cuenta de que la canción la cantan Josef Mengele y Simon Wiesenthal, y me puse a pensar en otras canciones que estuvieran cantandas en primera persona por algún personaje histórico o literario, y tras pensarlo mucho solamente pude sacar cinco (incluso pedí ayuda a un par de zoquetes para rellenar un poco más el post pero nada). A ver si alguien se sabe alguna más. Las cinco que tengo son:

  • Mengele y Wiesenthal, que cantan a dúo Los niños del Brasil, de Los Nikis: «Mi nombre es Josef Mengele, salgo mucho por la tele, quinientos asesinos van detrás de m. Yo soy el más peligroso, mi nombre de pila es Simon y conseguiré que una bala atraviese tu corazón».
  • Lawrence de Arabia, que canta Lawrence de Arabia, de Hombres G: «Yo soy Lawrence de Arabia, y no tengo miedo de las trampas, no hay camella que se me resista, soy primera plana en todas las revistas».
  • El monstruo de Frankenstein, que canta Consecuencias del mal uso de la electricidad, de Parade. «Victor, mi padre, hace tiempo que no pienso en él, mi padre. él deseaba un hijo, y me hizo».
  • Humbert Humbert, que canta Busco a Dolores Haze, de La Granja: «Buscando a Dolores Haze yo recorro los estados».
  • Rudolf Nureyev, que canta Nureyev, de El Niño Gusano (un poco bastante trada por los pelos): «Cangrejos vivos pilotan mi cuerpo, telas de araña me sirven de lecho».

Los niños del Brasil:

Quique González & La Aristocracia del Barrio ”Avería y redención #7” (Warner, 07)

Texto publicado en PopMadrid el 7 de octubre de 2007

Quique González ha vuelto, más moderno que nunca, es decir, más clásico. Con un sonido espectacular, los tres primeros discos de Quique parecen a años luz estilísticamente de este disco nuevo, que, guiado por la omnipresente llama de Wilco, logra presentarnos su mejor colección de canciones.

A pesar de que entre las cuatro primeras canciones hay canciones buenísimas, como Pequeñas monedas y grandes mentiras, o la que canta con Leiva de Pereza (¿quién va a ser el primero que diga que no son tan malos?) y que da título al disco, da la impresión de que el disco empieza realmente con la quinta canción, Hay partida, que solamente con el título y la primera estrofa, «He venido a beber y escribir, he venido a coger lo que es mío, por eso estoy aquí, te marca lo que es el disco, un disco en el que se apuesta por el rocanrol -como decían Más Birras– como único modo de seguir la partida.

Hay muchas más canciones soberbias en el disco -con diecisiete canciones es fácil-, como la espectacular versión a lo Leonard Cohen del clásico de Diego Vasallo La vida te lleva por caminos raros, que Quique americaniza y domina a la perfección, o alguno de los medios tiempos que recorren el disco -quizá herederos de «Kamikazes Enamorados»- como Los desperfectos, acústica y desolada a partes iguales.

La voz de Quique, unas veces susurrante y casi nunca rabiosa, tiene la novedad esta vez de unos preciosos y algo efectistas quiebros de voz con los que recita sus letras, en las que ha conseguido hacer de los defectos virtudes, logrando ya una poética -tan manida como efectiva- completa, poblada por ferias, coches, boxeadores y hoteles que no rechina en (casi) ningún momento.

En la contraportada de las hojitas con las letras, una foto de un montón de discos desordenados, nueva pista para saber por dónde van los tiros. En el centro, la caja «Texas Troubadour de Townes Van Zandt, un par de discos más arriba la edición compartida de «GP» y «Grievous Angel» de Gram Parsons, y, en la cima de la torre, «Abbey Road». Hagan juego, señores.

El rocanrol es superficial y vulgar

Texto publicado en PopMadrid el 6 de octubre de 2007

En el número de abril del Bulletin of Science, Technology & Society he encontrado un interesante artculo de Richard Stivers, profesor de sociología de la Illinois State University llamado «Vulgar Music and Technology», en el que el profesor Stivers defiende la pobreza intelectual de una sociedad tecnológica que malgasta su tiempo puerilmente escuchando rocanrol, rap y heavy.

Pudiendo estar de acuerdo a ratos con alguna de sus descabelladas y fantáticas proposiciones, como que lo vulgar es una característica de la masa o que una sociedad tecnológica es materialista, no deja de llamar la atención su discurso antirrocanrol sacado de los años cincuenta, de los inicios del rock and roll.

Donde ya lo borda es cuando afirma que la música vulgar depende totalmente de la tecnología, tanto en su producción como en su recepción y ejecución, que quitando el adjetivo vulgar podra aplicarse a todo tipo de música… O a cualquier cosa en el mundo actual. No sé qué mundo echa de menos Stivers, no lo explica en el texto, pero debe ser un tipo genial, encendiendo fuego por las mañanas con dos palos para hacerse el café.

La realidad es que, por definición, el pop es vulgar y superficial, aunque Radiohead intenten demostrarnos lo contrario.

¿Cuántos grupos conocemos que cumplan la frase de Stivers: los músicos de rock subordinan su limitado talento a la tecnología?

Una vulgar actuación pixelada hasta no poderse más, de Fangoria interpretando su Hagamos algo superficial y vulgar: