Texto publicado en PopMadrid el 27 de abril de 2006
Este lunes me compré «Ajuste de cuentas», nuevo disco de Quique González, que es un recopilatorio en directo más unos cuantos temas nuevos, también en directo y muy buenos. Normalmente lo habría dejado pasar unos meses, o incluso habría pasado de él al ser unas canciones que ya tengo en otros discos. Pero el dvd añadido en la primera edición me hizo salir corriendo en cuanto cobré. Y llegué a casa y vi la película del concierto de Quique González.
Las canciones son muy buenas (estando de acuerdo con Pablo en su comentario cuando dice que alguna letra le chirría, y que está a veces en la frontera de lo que no le gusta) y su ejecución también, y alguna de mis favoritas, como Pájaros mojados, ganan en su versión en directo. Las canciones que cantan los invitados están muy bien elegidas, pegan con sus estilos, y ahí es muy divertido ver al titiritero Bunbury imitándose a sí mismo, o imitando a un imitador suyo, o a lo mejor es de verdad un imitador de Bunbury, da igual, no sé, lo único que sé es que molesta mucho en la estupenda Pequeño rock & roll (canción que debería haber cantado o Calamaro o Coque Malla).
Lo que me molesta es la actuación en sí, esa moda o manía que hay últimamente por la que parece que la única manera de editar un concierto en vídeo es en formato acústico con unas alfombras asquerosas en el suelo y unas velas repelentes encima del piano, estoy harto de tanto ”básico”y ”unplugged”. El concierto está muy bien filmado, aunque algunos primeros planos de Quique parezcan rodados dos meses después y el público -casi escamoteado en el montaje final- esté sentado lejísimos de la banda.
El resultado: 23 canciones en directo de Quique González, no un concierto de Quique González, y yo quería ver un concierto.