Texto publicado en PopMadrid el 24 de enero de 2009
Me resisto a pensar en el concierto de ayer como de un fracaso, y he retirado de la pared «FH1» e «Hipnosis» para colgar en mis marcos de lp los dos discos de Los Negativos, intentando convencerme de que hubo alguna razón para que solamente tocaran Bagdad de «18º Sábado Amarillo» -que siempre me gustó más que «Piknik Caleidoscópico»- y para que el concierto se cortara de forma tan abrupta.
Y hoy por la mañana, bajo el vendaval, he ido a preguntar al oráculo del Monumento a los Ojos de Ambite, máximo monumento psicodélico del mundo, por qué el concierto parecía improvisado, y por qué cuando acabó perdí a dos amigos al darme la vuelta a dejar mi cerveza en el suelo.No encontré el Ojo ye-yé de los Ojos de Ambite, se ha debido caer o los vándalos idiotas lo han arrancado, pero sí que estaba el Ojo sicodélico (y también el Ojo de Massiel y el Ojo de Raphael), que no me dijo por qué se me puso la piel de gallina al oír encadenadas Cigarras Panameñas y Bagdad, pero sí que me dijo que todo esto me pasaba por ir a un concierto de esos de reuniones de los que tanto reniego, y que otra vez mejor me vaya a Ávila a ver la puesta de sol para evitar absurdas tentaciones.