Texto publicado en PopMadrid el 6 de marzo de 2009
Uno asocia el ye-yé con juventud y colorido, con France Gall y Rocío Dúrcal, pero cuando aparece en escena Sheila, toda esa magia ye-yé queda reducida a cenizas. Solamente hace falta ver el vídeo en colores demacrados de la histérica L’école est finie para darse cuenta. Sheila parece un tío disfrazado de maruja disfrazada de niña disfrazada de puta, cantando con todas sus amigas que se ha acabado el curso y empieza el verano, pero en vez de hacerlo en un sitio bonito, en un sitio ye-yé, se ponen a jugar al potro en una ribera del Sena -imagino- llena de basura, y terminan prendiendo fuego a los apuntes delante de una siniestra fábrica, antes de que unos zopencos las secuestren. Parece más un vídeo industrial de los Clash que un vídeo ye-yé. ¿Cómo se puede ser tan fea, bailar tan mal y llevar ese pelo?
Ya en su edad, descacatuizada, muy buena interpretación de Enn réunis:
Tengo pesadillas cada vez que veo una foto de Sheila, o cada vez que escucho espantos como Ouki Kouki (Kookie Ookie). El mundo no es como lo cantaba Rocío Dúrcal, si no como lo mostraba John Waters.