Texto publicado en PopMadrid el 2 de julio de 2009
Es «La educación», el segundo disco Abraham Boba, un disco amable, que nos presenta a un músico en evolución, encantador de melodías y sonidos clásicos, cada vez más clásicos, que
abre la puerta a las guitarras sin perder un ápice de personalidad.
Boba se sale de los márgenes del rocanrol a cada momento, mostrándonos canciones que podrían estar en un musical de hace cincuenta años, ya desde la primera canción, Capital, logrando un aroma que a veces te lleva a Scott Walker pasando por Luis Eduardo Aute.
Hay canciones maravillosas, como Hagásmolo antes de morir, plenas de melancolía y buen humor, donde parece que Boba se siente más cómodo, o la cuarta canción, Frío, una maravilla de country estático, cantada con el único acompañamiento de una guitarra, o Juan y la defensa, emocionante derrota con su épica de andar por casa.
La experimentación llega con Caballo y rey, con voz femenina y aire de cuento de hadas, aunque sin mucho romanticismo en la letra «Hoy no queremos pensar, hoy solo queremos follar. ¿Juegas conmigo? Tengo un caballo y un rey».
Rita y la guerra, donde sobrevuela el fantasma de Nacho Vegas, sirve de puente para otra de las joyas, La vigilia, que cuenta con la guitarra de Julio de la Rosa, cinematográca, europea, casi griega. Magnífica. El disco casi llega a su fin con las palmas de Siete veces, una de las canciones más roquistas, casi de Gene Vincent, como dice la hoja de promo.
«La educación» es un muy buen disco, que gana con las escuchas, en escuchas tranquilas, que seguro que gana en directo.