Texto publicado en Antigourmet el 31 de marzo de 2008
Desde que añadió al escaparate de la Paninoteca D’E su nombre y apellidos no he vuelto a entrar en ese sitio -había ido un par de veces a desayunar- y sigo siempre diez pasos a una campestre y mimética cafetería de la esquina con Goya, donde se puede desayunar como una persona.
Y ahora resulta que leo que va a ser ”mensajero” de Madrid 2016, que deber ser algo así como ser embajador de la UNICEF, es decir, un puesto para cenar gratis un día a la semana con otros embajadores de la buena nueva. ¡Qué vergüenza! Es casi tan bochornoso como cuando el jefe de los payasos intent pontificar en la Documenta de Kassel, menos mal que entre algunas de las pocas mentes que quedan en este desierto le bajaron los humos. Los alcaldes deberían dedicarse exclusivamente a hacer túneles y dejar de crisparnos.
Entro en su página de red y sale un espantoso retrato suyo en la portada (el de arriba). Hace tiempo pasé por la puerta de su restaurante al lado de la Embajada de Italia y había 123469512398 paneles suyos en la puerta. Señor Arola, el tamaño del display no hace a su bar menos casposo que el Schotis (un bar de los de verdad con unos boquerones de campeonato) con esa incríeble y maravillosa foto del dueño del bar con el negro de Corrupción en Miami (entre otras muchas joyas). ¡¡Qué grande, Ricardo Tubbs!!
Imagen de Diario Sur.