Texto publicado en Antigourmet el 13 de noviembre de 2008
Gracias a la presentación de la empresa de cátering valenciana El Alto, que se va a dedicar al terrorífico ”cátering molecular”, nos enteramos por la crónicade La Opinión de Tenerife de algunas recetas tecnoemocionales. Ahora, cuando en medio de una reunión con unos tipos de Chicago tu jefe quiera epatar a los visitantes, podrá pedir los siguientes platillos:
Trufa de foie y chocolate blanco y las brochetas de atún con soja, los dos cocinados con nitrógeno líquido a 195 grados bajo cero. Vamos, que te comes la brocheta más fría que un brazo de Han Solo (todavía congelado el pobre en carbonita por el cabrón de Jabba). Estos dos regados con un granizado de bloody mary, también hecho con nitrógeno líquido, ya que según parece le crea ”una película crujiente por fuera de congelación por frío” que debe ser la caña.
Caviar de tomate, lima y albahaca, y ravioli de mango con curry, realizadas ambas joyas por ósmosis, que gelidifica líquidos ”mediante la reacción química que se produce entre el alginato y el calcio, que consigue mantener el alimento en estado líquido en el interior y una fina película gelatinosa que lo recubre” (pobre redactor de La Opinión, como lo pare la poli en un semáforo con esa nota en el bolsillo lo llevan ipso facto a Guantánamo un par de años por si acaso. A ver cómo le explicas al municipal que el alginato es para hacer unos macarrones).
En fin, que según Quique Barella, jefe de cocina, los platos permiten ”personalizarse y adaptarse al cliente”. Vale,tío, ¿estás diciendo que eres tú el que te adaptas al cliente, que ellos te están pidiendo caviar de tomate? ¡Anda ya, Quique, pero si todo el mundo babea por una caña y una de bravas! De esta sólo nos salva Han Solo.
Imagen de El Alto.