Texto publicado en Jot Down en diciembre de 2011
O están limpiando las gafas de culo de vaso a las vigilantes de los museos de Moscú y han tenido que cerrarlos o algún coleccionista quiere dar visibilidad a su colección de cara a una futura subasta. Porque de repente han coincidido en Madrid dos exposiciones paralelas sobre arte soviético, una en la Fundación Juan March, Aleksandr Deineka (1899-1969), Una vanguardia para el proletariado; y otra en La Casa Encendida Creación y poder en la Rusia soviética de 1917 a 1945.
Antes de entrar en la Juan March es conveniente andar cien metros para pasarse por la nueva tienda de Abercrombie & Fitch, que ha hecho que la estatua del Marqués de Salamanca se ponga más verde de lo que ya estaba de ver la cola de chavalitos ansiosos de entrar en la tienda y escuchar el chundachunda destructor con que te amenizan la compra de una camisa. Una vez purificados de santo capitalismo estamos ya en disposición de entrar a la sala de exposiciones a ver a las rusas ir a trabajar a la fábrica al paso alegre de la paz. La exposición es un poco batiburrillo, aunque menos que la de La Casa Encendida. Comienza con una pared de vanguardistas canónicos que trata de mostrar su subida al carro revolucionario y donde Deineka más que perdido está desaparecido, empezando a aparecer en las siguientes paredes entre portadas de Rodchenko y otros genios gráficos. Portadas y demás diseño gráfico que siempre son lo mejor en una exposición sobre la Rusia revolucionaria.
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