Texto publicado en PopMadrid el 21 de noviembre de 2008
Espanto pertenece a ese extraño paquete de grupos y músicos que podra llamarse underground del indie, una oculta película de grupos que tendrían como mago de Oz a Patrullero Mancuso y su desparpajo surrealista antipoético. ”Cantando en tu siesta”, el disco de Espanto, ilumina una habitación como poco discos lo hacen este año.
Guitarra, escobillas y la voz, ese podría ser un resumen del disco, que comienza muy bien, con Daltonismo, retahíla de negaciones y afirmaciones cantadas por la chica sobre una cama de pop acústico, ”No ver esas películas que recomiendan las críticas, no enfrentarse a retos difíciles, asumir que no eres fantástico, no poder viajar a los trópicos por un hándicap económico, conducir como un energúmeno insultando siempre al prójimo”. Fantástico. Solamente falta aquel final de La Mode -con quienes comparten ese amor por las enumeraciones- ”Estas son las intenciones para el año que nos viene”. La música sigue por los mismos vericuetos con las siguientes canciones, Tiempo para el rock, estupenda reflexión sobre la edad y los roqueros, ”Ya habrá tiempo de vivir en el asilo, recordando viejos discos de vinilo”, y La absolescencia del producto, sin ninguna gracia en la historia y con una melancolía hiriente. ”Cantando en tu siesta” es un disco que tiene a ratos mucha gracia, pero no es un disco gracioso, casi siempre hay un contenido social que Espanto distorsionan tan bien que no se nota, como en Profesora de primaria y su estribillo ”Tú eres extraordinaria, madre soltera y profesora de primaria”.
Además de las tonadas pop, hay una faceta de ”Cantando en tu siesta” de una especial calidad, y que representa sobre todo La multa alegre, donde Espanto cambia los rasgueos pop por el country-blues. Siguen pudiendo ser las canciones de Aerolíneas Federales, por el descaro, o de Los suspensos, por lo deshilvanado, o de TCR, por el costumbrismo, Esa canción tiene, al igual que La trampa de ser, un aire de cabaret de entreguerras que hace ambas canciones destacar en el disco. La trampa de ser es quizá la más vanguardista o centroeuropea, con sus vientos y acorden, y filosófica del disco. Otra que entraría en este terceto sera El vals de Karpov.
Pero pronto los pajaritos vuelven a piar y los perros a cantar en la siguiente, Brigada de rescate, desoladora, preciosa. Cuando llega el rescate a él no se le ocurre otra cosa que ”Tú te lanzaste al sargento, te abrazaste al coronel, le diste un beso a aquel perro, pero a mí, a mí, no me queras ni ver”. Acaba el disco con un extra maravilloso, cinco minutos, sobre una chica, La chica del millón, con la vida solucionada que, con su mini, si Visa, su champán, drogas, y backstage sigue la estela de las clásicas Niño mimado, Gafas negras o La chica de la gabardina.
”Cantando en tu siesta” puede quedar oculto por la desorbitada brillantez de las letras, pero esas letras no serían nada sin ese acompañamiento desmañado y casero que hace del disco una pequeña joya entre tanto rollazo de disco que se edita al cabo del año.