Texto publicado en PopMadrid el 22 de mayo de 2006
La única manera de poder escribir sobre el festival de Eurovisión es no haberlo visto, ya que es la única manera de sobrevivir. Me enteré del resultado durante el concierto de The Charades de este sábado en El Sol.
Últimamente, cuando voy a un concierto, un grupo de señores feos gana algo en Europa. Este sábado ganan Eurovisión unos finlandeses descarriados y feos, y hace diez días ganan la Copa de Europa de fútbol unos españoles conjuntados y también feos (esa tríada que forman Puyol y Ronaldinho, futbolistas, con Oleguer, sus labores).
Ganaron unos heavies más rancios que Esteso y con menos gracia que Pajares llamados Lordi, que tienen dos discos, «Get Heavy», de 2002, y «The Monsterican Dream», de 2004.
Y mientras, nuestras Ketchup -casi tan maquilladas como los ganadores, y tan amortizadas como ellos-, dejaron su razón de ser en el camino, que debía haber sido seguir el camino emprendido con valentía por Penelope Trip hace ya quince años con sus juegos vocales imitando el inglés (como en su gran Aserejé) y, por consiguiente, fracasaron. Ridículas en sus sillas, realmente poco podían hacer con semejante canción. Tan pegadizo e inolvidable era el ya clásico Aserejé como plomizo y repelente es este engendro del Bloody Mary. Lo que no sé es porque ahora son cuatro si antes eran tres, debe ser que una estaba en la mili.
Si este concurso ahora lo ganan payasos, propongo a Bunbury para el año que viene.