Texto publicado en PopMadrid el 27 de enero de 2008
Se vogliamo che tutto rimanga come è, bisogna che tutto cambi! Esta primera entrega de la tercera encarnación de Fernando Alfaro no se sale del camino que desde hace veinte años lleva labrando el magnífico compositor albaceteño. Habrá cambiado su nombre, ahora, o alguno de los músicos que le acompañan, pero la música sigue siendo ese áspero rock americano que Alfaro borda.
La temática de las letras de ”Carnevisión” también va por donde suele -y por donde ha creado tanta escuela-, esto es, religión y violencia a partes iguales, siempre quitando ese par de canciones de amor que siempre aparecen en sus discos. Esta vez parece que el espacio temporal en el que se desarrolla el disco es el gran periodo de violencia del siglo pasado, los años treinta y cuarenta, donde anarquistas y demás ismos andaban a sus anchas con las pistolas al cinto, con la canción Silverio, tenor de la comarca como más claro exponente, que parece querer continuar la obra de 091, Corcobado o Nacho Vegas. Ya fuera Silverio un chequista o un falangista, la canción es fantástica, en la que Alfaro hace de ”loco borracho con el rostro encendido persiguiendo al fantasma de la Guerra Civil” que cantara hace décadas Radio Futura. ”Carnevisión” está todo trufado de estas canciones, como las dos canciones sobre el Holocausto, La hora de los verdugos -con su magnfica trompeta- y Queda expulsado de la especie humana -con su ridículo canto gregoriano-.
En el apartado de canciones bonitas no pueden dejar de mencionarse la bossa Problemas de sueño, con ese ritmo tan clásico ya en las composiciones de Fernando Alfaro, y, sobre todo, la maravillosa Luz de gas, medio tiempo que con esa subida guiada por el violín en el estribillo alcanza un nivel de épica que hace tiempo no le oíamos a Alfaro y que la convierten en la mejor canción del disco. ”Te abrazaré y al oído te voy a contar que es el amor la mentira más bella que hay”. También entraría en este apartado La mancha en el interior, marcha militar de amor y derrota en la lucha, que, solamente lastrada por los coros bolcheviques, emociona de verdad.
Esperamos que Fernando Alfaro nunca haga suya la frase con la que termina La mancha en el interior y siga ofreciéndonos discos tan buenos como ”Carnevisión”. ”Hartos ya de protagonizar hazañas de osada rectitud, nuestros músicos recogen ya, y marchan a un mundo mejor”.