Texto publicado en SPEND IN en septiembre de 2014
«¡Yo te niego el Nidus!” era una frase recurrente en cada episodio de una serie televisiva de los años ochenta del siglo pasado llamada Dentro del laberinto en la que tres niños buscaban en unas cuevas laberínticas el dichoso Nidus que una malvada bruja siempre les negaba. He buscado en Google para recordar la serie y tentado he estado de darle a YouTube y ver un episodio, pero Joaquín Sabina, por una vez en su vida, tiene razón y gracias a él he recordado que “al lugar donde has sido feliz no debieras tratar de volver” y no le he dado al play.
Porque si entras en un laberinto tienes que saber volver a la entrada o corres el riesgo de quedar congelado en su interior como Jack Torrance en El Resplandor. Ese riesgo esperamos que lo haya calculado perfectamente el editor Franco Maria Ricci cuando, con la ayuda de los arquitectos Pier Carlo Bontempi y Davide Dutto, ha creado el Labirinto della Masone dentro de la finca que posee a las afueras de la ciudad italiana de Parma, propiedad en la que, en un edificio en el centro del laberinto, planea mostrar su más que interesante colección de arte a partir de 2015. Este laberinto, en el que desde ya queremos perdernos cualquier tarde, tiene siete hectáreas de terreno y está realizado con distintas variedades de bambú.
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