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Biografía falangista de la calle de Ibiza de Madrid

Texto publicado en ÇhøpSuëy el 19 de octubre de 2015

Calle IbizaLa única de las placas de homenaje que hay en la calle de Ibiza de Madrid que no es de un intelectual falangista -¿oxímoron o no?- es la de Plácido Domingo, aunque al haber tenido el honor de cantar el Himno del Centenario del Real Madrid C. F. pueda calificarse sin problemas al tenor madrileño como facha, ya que la merengada, como todos sabemos, somos la mayor consumidora de camisas mahón del orbe, según el oficialismo de bicicleta y calimocho de hoy en día. Exactamente son cuatro de cinco, a saber: Agustín de Foxá, Ibiza 1; Carlos Ollero, Ibiza 6; Dionisio Ridruejo, Ibiza 33; y Adriano del Valle, Ibiza 34, que comparte portal con la del cantante; a las que habría que añadir la placa aprobada pero no colocada a Leopoldo Panero en Ibiza 35, por lo que en realidad serían cinco de seis.

Escribo esto con toda la rapidez que me permiten mis manos de diez pulgares porque quiero que estas líneas se publiquen, si los supertacañones de ÇHØPSUËY tienen a bien subirlas a su seguro servidor, antes de que las patrullas de las buenas maneras de nuestra provecta y entrañable alcaldesa retiren todas estas placas de la calle y le dejen más vacía que las estanterías de un supermercado de la Caracas bajo la bota chandalista de los últimos años.

Se me escapa la razón por la que todos estos vencedores acabaron viviendo en un barrio que, tras la Guerra Civil, era más un suburbio que otra cosa, no en vano la primera casa donde vivió mi padre tras llegar a Madrid de Galicia a buscarse la vida a comienzos de los años cincuenta estuvo en los primeros números de Sáinz de Baranda…

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Aproximación a los bares madrileños para puretas

Texto publicado en Jot Down en septiembre de 2012

Educación exagerada, nombres británicos, madera y cristaleras, detalles dorados, capitoné por todos lados, camareros disfrazados de Garci recogiendo el Oscar, posavasos obligatorios, olor a laca, el domingo a los caballos, puros, abrigos de piel, Neville, loden y botones de madera, Marlboro, cacerías, trajes, ABC, patatas fritas, zapatos castellanos, Real Madrid, ranciedad ilustrada, almendras, camisas con las iniciales bordadas, barrios de Salamanca y de Chamberí, Pintor Rosales. Madrid eterno.

La única manera de que mi querido Madrid siga vivo ante los indecentes ataques del fua y de los gintonics de flores es que los bares para puretas, verdadera y última Reserva Espiritual de Occidente, sigan existiendo. Como dice mi amigo Fernando, coautor junto con mi hermano Miguel de este texto y Gran Visir del barrio de Salamanca, si algún aciago día desaparecieran las señoras dignas del barrio de Salamanca, fauna y a la vez flora del barrio, y quedaran vacíos estos bares, deberían hacer como en los castillos escoceses y poner en ellos muñecas de cera vestidas de dueñas de caniche. Porque si algún día cierra alguno de los pubs más señeros de la secta pureta sería como si cerraran de golpe Chicote, La Vía Láctea, Los Torreznos, Siroco y José Luis. Soportamos con dolor el cierre de Bruin, pero ya no podríamos con más pérdidas. Si desaparecieran los sitios para puretas, Madrid ya no sería Madrid.

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