Texto publicado en PopMadrid el 12 de enero de 2007
Me compré el otro día el disco de Mirafiori, «No podemos volver a casa». Lo estoy escuchando mientras escribo este comentario. No sé muy bien si escribir sobre las canciones del disco, si trazar una pequeña historia del grupo desde sus maquetas hasta hoy, si hablar del tipo de música que hace Mirafiori y oponerlo a sus coetáneos e influencias, si hablar de Nacho, de astronomía, de Fra Angélico o si acabar el comentario con este punto y aparte.
Sí que voy a decir que Nacho es amigo mío, aunque no nos veamos desde hace años; que El idioma de las flores es la versión actualizada de El eterno femenino, y que es bastante mejor; que La Anunciación de Fra Angélico es una de las obras de arte más bellas del arte occidental, es decir, del arte; que creo que el sonido ha ganado un montón con Guille; que sus continuas referencias al tiempo, tanto al atmosférico como al que hace que mi despertador me grite todos los días a las siete de la mañana, crean un ambiente opresivo a la vez que de espacios abiertos a lo largo de todo el disco; que la próxima vez que toquen en directo iré a verlos; que la última canción, Acto de constricción, es tan increíblemente arriesgada, moderna y provocadora que solamente por eso es la mejor canción del año; y que si no acabé el comentario en el anterior punto, lo acabo en éste.