Texto publicado en SPEND IN en abril de 2014
Vivimos una época en la que, gracias a internet, cientos de personas en los lugares más dispares del planeta se encierran en sí mismos con una idea con la que luchar contra el mundo y ganarle. Locos, listos, inocentes, inteligentes, hacen lo que les apetece en ese momento, creyendo en su idea, y, aunque la mayor parte de las veces sus visiones queden en el anonimato de la cuarta página de resultados de Google o no consigan ni echar a rodar su empresa y ésta duerma almacenada bajo el mantel de la mesa camilla como los discos en solitario de Llewyn Davis, en ocasiones crean cosas de una belleza, utilidad, o ambas cosas, realmente asombrosas. Una de esas personas que ha conseguido la cuadratura del círculo de aunar belleza y utilidad en un mismo producto es el sueco que ha creado Farmer’s racer, una empresa unipersonal dedicada en exclusiva a la fabricación a mano de alforjas para moto.
Imbuido en un idealismo rayando en el radicalismo más friqui, las primeras unidades que fabricó Farmer’s racer de sus mochilas-alforja fueron cosidas a pedales con una centenaria y legendaria máquina de coser Singer 29K. Ahora, debido al aumento de pedidos, ha visto la luz y usa la electricidad, aunque sigue usando unas máquinas de coser Singer y Dürkopp que seguro que aún le resultarían familiares a MacManus.
Seguir leyendo en SPEND IN.