Texto publicado en SPEND IN en marzo de 2014
Hemos escuchado tantas veces la cantinela de los self-made man estadounidenses que casi preferimos que el lobo se meriende las ovejas de Pedro antes de hacer caso al enésimo emprendedor que llama a nuestra puerta, pero es que son reales, como lo son casi todas las leyendas norteamericanas, los policías gordos, la familia del Medio Oeste que recibe al estudiante de intercambio con camisas con las barras y estrellas estampadas, los sombreros de cowboy, las rubias californianas, etc. La lista es interminable… ¿Habrá de verdad caimanes en las alcantarillas de Nueva York?
Hay tantos ejemplos de hombres hechos a sí mismos, de esos que empiezan vendiendo a los quince años perritos calientes en una esquina de Dallas y pocos años después inauguran sonrientes su restaurante número mil en lo más recóndito de Uzbekistán que quizá la vida de Hugh Hefner nos parezca normal cuando es una de las vidas más completas e influyentes de los últimos cien años. Hefner lanza el primer número de su revista Playboy en 1953 y más de sesenta años después sigue dando guerra.
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