Texto publicado en PopMadrid el 16 de mayo de 2008
”Manual de redención” es el segundo disco en apenas doce meses de Travolta, lo que demuestra la facilidad en la composición de Joaquín Pascual, facilidad acompañada de gran calidad y versatilidad en las canciones, disco que transcurre por los mismos caminos que el anterior, aunque en ”Manual de redención” prevalezcan las guitarras sobre los pianos y la voz de Ana Galletero sobresalga más veces sobre las canciones que en la anterior entrega.
El concepto general del disco, que sera el título del disco, se mantiene prácticamente inalterable durante todo él, ya que es realmente un manual de redención, en el que Joaquín, casi siempre en primera persona, va contando sus desavenencias con la vida a la vez que trata de encontrar esa liberación, vamos, como el Predicador de ”El jinete pálido” y demás papeles de Eastwood. Personajes y situaciones que tanto abundan hoy en día en la música española, desde el amigo Fernando Alfaro hasta las vanzandtianas historias de Nacho Vegas, ambos muy presentes en el disco. Aunque dentro de la belleza pop del disco, en ocasiones, como en la fantástica Esa luz que ella vio, parezca que Isobel Campbell canta desde el decorado de ”La casa de la pradera”, casi siempre se nota que rascando un poco la superficie aparece el cavernoso Mark Lanegan para decirnos, como en las pelis de Lynch, que las cosas son tan bonitas como parecen.
El denso aroma de las praderas americanas arropa todo el disco, menos en algunos experimentos pop tipo The Magnetics Fields, en los que la ciudad manda, como en la cuarta canción, Dime qué es, que tras su inicio de piano acaba desmelenada de electricidad y guitarras, en uno de los más soberbios momentos del disco. El resto del disco, sí, parece una banda sonora, comenzando por ese nocturno vaquero llamado Esa canción nos salvó, con estilo cincuentero y ritmo de ir cabalgando, y esos coros tan buenos y tan chirriantes de Ana, en donde Joaquín habla, como en el resto del disco, de salvación, liberación, luz redentora y demás temas religiosos. Otra canción a destacar del disco es la séptima canción, La brisa del mundo, cinematográfica, delicadísima, con una intrumentación preciosa, que arrima al oeste la canción francesa, pareciendo más un tema de Brel o de ¡¡Loquillo!!
La perfecta mezcla de pop cristalino, a veces de Nosoträsh, a veces incluso de Prin’ La Lá, con el rock más denso y de ásperos espacios abiertos, hace de ”Manual de redención” un disco que sorprende -para bien- en un primer momento, pero que te deja boquiabierto tras repetidas escuchas.