Texto publicado en PopMadrid el 8 de julio de 2008
En cinco canciones Zener nos sacuden del aburguesamiento indie, de la esclavitud de los tres minutos y medio, para meternos en una pesadilla noise, tan abrupta como fascinante, que ya desde la portada nos enseña sin temor qué vamos a encontrar en el disco. Una portada que bebe a partes iguales de la pintura gestual de Asger Jorn, de las tierras de Tàpies, del expresionismo angustioso de Saura, del brutalismo humorístico de Dubuffet, o de la maravillosa tensión de De Kooning. Pasado a notas serían melodías recortadas, abstracción noise, distorsión progresiva, psicodelia industrial, furia free, y mucha, mucha intensidad.
La primera obra musical, Aleación de bienvenida, única composición con letra, es una, en principio, lánguida pieza de música, plena de repeticiones, con una primera parte reposada, cinematográfica, que recuerda a aquellos inolvidables discos de Vamos a Morir de principios de los noventa. Tras el interludio va poco a poco aumentando la distorsión progresiva para ya en el segundo movimiento, con base pop y deje metalero, acabar hipnotizando sin remedio al oyente. Es la mejor canción del disco, la más ambiciosa, solamente igualada por la cuarta canción, Queso marcarpone, que viaja en seis minutos -que casi se quedan cortos- desde un inicio de guitarras tan cristalinas como afiladas hasta, a partir del minuto cuatro, sumergirnos en una genial muestra experimental de lo que se puede hacer en el rock con la percusión. Espectacular.
Las otras tres canciones, aunque tan arty y repensadas como las otras dos, son menos arriesgadas, más noise clásico, como la tercera, Chulaka, donde uno se da cuenta de que el noise que hacían años ha, por ejemplo, Penelope Trip, parece hoy realizado por abuelas en comparación con el espectacular sonido de Zener, más emparentado con los sonidos atronadores y guiños metaleros de Hedtrip o Nothink.
”Apruébate de croar”, cuya traslación al directo debe ser impresionante, nos muestra claramente y con inteligencia una de las vías alternativas, conscientemente fuera de los caminos trillados, para llegar al oyente inquieto, alcanzando unas cotas de intensidad que, dado lo lineal de la mayoría de los discos actuales, es muy de agradecer.