Texto publicado en PopMadrid el 23 de mayo de 2009
El primer disco de Templeton, «Exposición Universal», una de las sorpresas del año, reparte sus once pabellones en una calle principal donde en la acera de la sombra habitan muestras del mismo escapismo cósmico que lastraba «Diska» de Bombones, mientras que en la otra acera, la del sol, el color del pop clásico de los años sesenta se convierte en la ventana abierta donde coger aire fresco para poder terminar la visita a la exposición con buen sabor de boca, algo que se hace bastante cuesta arriba con los casi siete minutos nales de atmósferas doorsianas.
La parte más brillante del disco empieza con el primer single que ha salido, Las Casas De Verano E Invierno, clásico instantáneo, emocionante y guitarrero que rebusca en la olvidada -por ellos- validez de Los Planetas de los años noventa para levantar un pequeño y exquisito himno que, de todas maneras, queda semioscurecido por Brasil, la gran canción de «Exposición Universal», que echa la vista atrás treinta años para actualizar las armonías vocales de Los Brincos o Los Ángeles en una canción realmente preciosa, que contiene una de las frases del disco «Quiero llevarla al altar, pero, ¿quién nos va a casar?».
Esa misma belleza se relaja en la séptima canción, La Tierra De Los Pájaros, canción desolada y desalada, que es la mejor aproximación al escalofrío de Elliott Smith realizada en España. «Dices que eres más feliz. ¡Vamos, no me hagas reír! ¿Por qué me haces esto a mí?» Las canciones de línea clara terminan con Sofá Cama, donde lo cósmico es bien tratado y la estridencia es una ventaja.
Por el lado oscuro navegan intrumentales, abstracciones abusonas, hard-rock indie de filiación cósmica y pequeñas bromas personales que hacen de «Exposición Universal» un pequeño campo de batalla interno del grupo, en el que a veces salen vencedores gracias a la intensidad del no-amor de la balada Camino De La Amargura, pero en el que en otras ocasiones, como en Plan C lo más sensato es pasar a la siguiente canción.
Templeton en «Exposición Universal» cuando aciertan lo hacen de verdad, y sus canciones vuelan alto como los globos de la portada, y en las canciones en las que no llegan a buen puerto y se les hunden, ardiendo, los barcos, incluso ahí la belleza del incendio salva las canciones.