Texto publicado en PopMadrid el 13 de abril de 2008
Si todos hablamos en su día del desaparecido en combate Mendieta porque era indie, hablemos ahora de Jorge Lorenzo, que es un roquero, tanto en sus gustos musicales -su grupo favorito es Red Hot Chili Peppers– como en su actitud vital, plenamente roquista. Me cae bien Jorge Lorenzo, me cae más que bien. Quiero que gane siempre y que haga el payaso en sus celebraciones hasta hacerme sentir vergüenza ajena, como en aquella el año pasado que para homenajear a su grupo favorito sacó dos guitarras eléctricas y se puso a hacer el canelo con su doble. Inolvidable.
Lorenzo pertenece a esa estirpe de cantamañanas de la que está trufada la historia del rock. En lo más cercano estaría emparentado con bocazas tan entrañables como Loquillo, Canut o Bunbury o, ya más lejos, con Liam Gallagher u otros petardos de la escena musical británica.
Hoy le ha ganado su primera carrera a esa especie de Mi pequeño poni motero que es Pedrosa, tan viscoso y húngaro -como dice mi madre en vez de decir huraño- como repelente, y que también tendría equivalentes tipo Enrique Urquijo en la escena musical. Estoy muy contento.
¿Quién no disfruta con alguien que dice como si dijera ”Manolo, ponme otra caña” frases como las siguientes:
«Soy algo chulo desde pequeño, lo sé, pero no puedo evitarlo”.
”Si yo fuera otra persona, Jorge Lorenzo me caería mal”.
¡¡Aguante Jorge Lorenzo!!
(Imagen de Soy Motero)