Texto publicado en PopMadrid el 21 de abril de 2009
Demasiado tarde llegué al concierto de ayer de Clem Snide y como castigo me tocó ver el concierto desde la barra de detrás, a varios kilómetros y cientos de cabezas de distancia del grupo. Pero no se oía mal, y se podían pedir cervezas sin problemas.
La personalidad de Eef Barzelay es tan magnética, dando la impresión de que sí que se lo pasa bien cantando (no como la mayoría de los indies españoles), e intentando que el público se lo pase bien, soltando chorradas todo el rato en su español de CCC con esa pinta de auditor lunático, que aunque no te guste el grupo, te lo pasas bien viendo el concierto.
Y a mí me gusta el grupo, aunque algunas subidas intenso-chirriantes demasiado pavementianas me sobraran un poco, y también algunas un tanto exageradas dramatizaciones del cantante. Pero para ser tres en el escenario todo sonó tan campestre y aparentemente improvisado como queríamos de los herederos de Violent Femmes, pero tan fuerte y compacto -gracias a las grandes canciones del grupo- como buscábamos tras ocho horas en la oficina.
Girls don’t care: