Texto publicado en Antigourmet el 13 de julio de 2009
Expansión se marca hoy un extraño y sin sentido artículo llamado ”Así se crea un restaurante ’top’” en el que se cuenta, plena de autobombo, la historia del restaurante Mugaritz del cocinero Aduriz. El lector que consiga superar el primer párrafo, que contiene esta indescifrable frase ”La pizarra de la cocina del cuarto mejor restaurante del mundo recuerda el realismo en potencia que encierra cualquier sueño a los 30 profesionales afanados en emplatar ilusiones vegetales”, ya se merece un premio.
Pero lo más interesante o impactante del artículo de Marta Fernández son algunos entrecomillados del cocinero, quien, como siempre y como hacen todos sus colegas, disfruta lanzando titulares a cual más descabellado, provocando que incautos blogueros como el que escribe esto, caiga de nuevo, y les dedique un post. Las tres mejores sentencias:
”Los proyectos de I+D deben tener una función social y un objetivo claro.”
”Yo sirvo cosas que no están buenas, pero que son emocionantes. No cocino en la escala habitual del sabor. Cocinar bueno es muy fácil; yo me entrego, me meto en fronteras enredadas y complicadas.”
”El gran enemigo de la alta cocina no es la exigencia, sino la ignorancia. No hay nada peor que un cliente ignorante.”
¿Qué función social cumplen entonces sus proyectos de I+D? ¿Busca acaso sabores malos pero emocionantes? ¿Por qué no regala entonces un vídeo de la emocionante Speed y deja la comida para quien sabe cocinar? ¿No será acaso él el ignorante? ¿Si cocinar bueno es muy fácil,y él cocina cosas que no están buenas, entonces cocinar mal es difícil? ¿Cómo puede ser un cocinero tan ignorante, mucho más que los ignorantes de sus clientes?
Artículo original de Expansión. Imagen de No se le puede llamar cocina.