Archivo de la categoría: PopMadrid

Xabel Vegas & Las Uvas de la Ira ”Canciones sobre traiciones y mentiras” (Mushroom Pillow, 07)

Texto publicado en PopMadrid el 2 de octubre de 2007

El tipo de música que hace Xabel Vegas parece que pide canciones largas, y las cinco canciones que componen ”Canciones sobre traiciones y mentiras” lo son. Canciones largas pero que no aburren. Canciones sobre traiciones, como la que abre el disco, Nuestra sociedad secreta, que creo que es la mejor, la que con más rabia está cantada, y sobre mentiras, como la segunda, Simpatía por el débil, que o yo no entiendo nada -lo que es cierto- o es la canción que le gustaría cantar a Bono -haciendo de Mabel Karr– en un remake de Las Chicas de la Cruz Roja, si lo hubiere.

Tras el pequeño bajón de Simpatía por el débil, la tercera canción, El polvo no me puede matar, con su sonido de pianola de saloon, más joseliana que otra cosa, recupera el aire de pleno interés literario, narrativo y musical del disco, que alcanza su cénit en la cancin más audible, La cena, con una preciosa guitarra que la recorre desde su inicio en el lavatorio hasta el balanceo final colgando de la rama del cercis. Y para acabar, Dinamita, tan larga como espectacular, plena de guitarras eléctricas.

El disco, tan prerrafaelita en la estupenda portada como en el no menos interesante contenido, es todo esto: puro, espiritual, sencillo, devoto, fiel a la naturaleza, religioso y moral. Todo lo cual no niega en ningún momento las influencias confesadas por Xabel en su propio MySpace, que son: Leonard Cohen, Bob Dylan, Johnny Cash, Robert Johnson, Woody Guthrie, Merle Haggard, Kris Kristofferson, Smog, Will Oldham y Vic Chesnutt. Ahí es nada.

En definitiva, un Xabel Vegas mucho más sincero que Elmer Gantry pero mucho menos sincero -qué pena- que John LeTour.

Nadie entiende a los Kinks

Texto publicado en PopMadrid el 20 de septiembre de 2007

Leo en El Mundo que The Times ha elaborado un listado de las letras más incomprensibles del rocanrol, siendo los tres primeros puestos para lumbreras como:

  • The Kinks: Lola, por no saberse si Lola es hombre o mujer.
  • Bob Marley: No woman, no cry, por no entenderse quién llora.
  • Pink Floyd: Another Brick In The Wall, por sus dobles negaciones.

Veamos el glorioso primer puesto:

Soñé con ballenas eléctricas

Texto publicado en PopMadrid el 16 de septiembre de 2007

El viernes me pasé por la pelota roja de Nouvel para ver al grupo noruego de música electrónica Alog. Nunca los haba oído y no sabía qué iban a hacer. Al entrar y ver los instrumentos colocados en el escenario ya se daba uno cuenta de que el concierto no iba a tener nada que ver con lo que uno supone que tiene que ser un concierto electrónico; menos un par de ordenadores, el resto de los instrumentos -un órgano desvencijado, una guitarra, un ukelele, una radio, y distintos xilfonos y vibráfonos caseros hechos con viejos altavoces- eran de madera.

Salieron los tres Alog a tocar, uno el ordenador (a darle al enter) y los otros dos a repartirse las percusiones. La música, sin melodía, improvisada, atronadora, computerizada, otoñal, fría, con bastante sentido del humor pero sin llegar a las payasadas de Les Luthiers, a veces me atrapó de verdad. Fue como una versión electrónica de los conocidos cantos de las ballenas, como poner al amanecer en medio de un bosque un viejo casete de los ochenta con una cinta de cantos de ballenas a todo volumen, mientras los pájaros carpinteros comienzan con su rutina diaria.

Un buen concierto, a ratos fascinante y a ratos desconcertante, de esos que nunca sabes si es todo superprofundo y eres idiota o te están tomando el pelo y los idiotas son ellos. En algunas canciones eché de menos en el grupo a Miliki con sus vasos de agua.

Ahí va uno de sus últimos vídeos, Son of King:

Maruja y los Filoestuches en MySpace

Texto publicado en PopMadrid el 4 de septiembre de 2007

Una de las joyas mejor (o peor) guardadas de la música pop española de los últimos treinta años es Las Infantas bailan rock, obra maestra del escurridizo grupo Maruja y los Filoestuches. Ahora por fin puede escucharse esta canción por internet, ya que creo que no está en ningún recopilatorio, con la inauguración de su página en MySpace.

Además de Las Infantas bailan rock, que contiene frases tan definitivas como ”nada de polkas ni valses, han puesto a Siouxsie and the Banshees”o ”la sabia Reina Sofía dice que ya no se fía, le ha puesto una carabina a nuestra pobre Cristina”, han subido en su página de MySpace el resto del single publicado por Toc-Toc Records en 1988, que inclua Cuando me besas… (bolero industrial), una especie te casiotone-bolero bastante logrado, y María del Poderío, una canción pop a medio camino entre Glutamato Ye-yé y Estación Victoria.

Como postre, y a la espera de algún vídeo casero, han subido también la maqueta de La nueva promisión (El predicador electrónico), una canción muy de la época, y en la que el tiempo ha causado bastantes estragos.

La dirección: http://www.myspace.com/marujaylosfiloestuches

Bon Scott contra Brian Johnson

Texto publicado en PopMadrid el 27 de agosto de 2007

Vía Marginal Revolution me entero del descacharrante trabajo de Robert J. Oxoby, profesor asociado del Departamento de Economa de la University of Calgary, un trabajo llamado «On the Efficiency of AC/DC: Bon Scott versus Brian Johnson» (pdf), que trata, como dice claramente el título, de comparar la voz de los cantantes de AC/DC desde un punto de vista económico.

Resulta que poniendo a negociar a unos alumnos con la genial voz de Bon Scott de fondo se negocia peor que poniendo al gritón de Brian Johnson, por lo que concluye que Johnson canta mejor (económicamente) que Scott. Alucinante.

Las canciones que utiliza en el experimento son, por parte de Bon Scott It’s a Long Way to the Top y por la de Brian Johnson Shoot to Thrill, ya que dice que no quiere resultados condicionados por las canciones más conocidas cantadas por ambos intérpretes, que según él son, evidentemente, Highway to Hell y, más sorpresivamente, You Shook Me All Night Long.

It’s a long way to the top:

Shoot to Thrill:

Verano de vinilo (III): Dogo y los Mercenarios

Texto publicado en PopMadrid el 22 de agosto de 2007

Quizá Dogo y los Mercenarios pasen a la historia por una canción, El Polígono Sur, canción que solita demuestra que todo el último disco de Los Planetas es una obra muy menor, y que todos los pobres raperos sevillanos y sus presuntas letras sociales son lo que son, nada.

Me compré el primer disco del grupo, «Ansia» (1987), después del segundo, «Llueve en Sevilla» (1988), en alguna tienda de segunda mano, y lo he oído mucho menos que éste; el tercero, «Mala reputación» (1990), no lo tengo. «Ansia» muestra desde el principio lo que son Dogo y los Mercenarios, rock callejero, garage, a medio camino entre Burning y Las Ruedas, llegando a parecer incluso por momentos Demonios Tus Ojos o, en su peor faceta, Triana. Del primer disco me gustan mucho Siete largos años, la historia cutre de drogas y prostitución a lo Desechables de Rock and roll caliente, el rockabilly sudoroso, tan Clash, tan Wom! A2, de Gloria o muerte y, sobre todo, Sueños rotos, un medio tiempo totalmente Burning que con la fritanga del vinilo viejo suena increíble, con la voz de Dogo recitando con los ruidos del bar de fondo de una manera magistral (no en vano participó en el Palabra y Música recitando poemas de El Ángel).

Llueve en Sevilla es más reposado, más velvetiano, donde a partir de la tercera canción, El Polígono Sur, con la mejor mezcla de guitarra flamenca (Raimundo Amador) y eléctrica (Juanjo Pizarro) que se ha grabado nunca, se desgranan seguidas las mejores canciones del grupo; Dame más, que podran cantar Lagartija Nick o incluso Los Negativos de 140 Km/h, con un crescendo de guitarra y voz espectacular; Jungla, con una letra un poco lamentable pero tan bien interpretada que se perdona todo y Alma y corazón, canción que parece una crítica a la situación musical del momento, donde, terminada La Movida, con muchos de sus protagonistas saliendo en el Diez Minutos, todo parecía -y era- falso.

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Verano de vinilo (II): BB Sin Sed

Texto publicado en PopMadrid el 1 de agosto de 2007

El primer disco de BB Sin Sed lo escuché durante un tiempo sin parar, y su calidad hizo que me comprara su decepcionante segundo disco, «Sed de sed», e incluso un tercero, el mucho mejor «Casa 12». Estos días he estado repasándolos. En internet, claro, están desaparecidos.

Con un sonido muy próximo a lo mejor de La Frontera -cuyos tres primeros discos me siguen pareciendo muy buenos-, el grupo de Sabadell lanza en 1987 un primer minielepé, en donde la corcobadiana voz de Xavi Vendrell sobresale sobre el rock americano de las canciones, tanto en su parte musical como literaria. Casi sin desperdicio, Pisa las flores, Media luna azul, su éxito Saltos del tiempo y la estupenda Ases de Pic sobresalen sobre el resto. Entre los agradecimientos, a algún Troglodita, algún Negativo y a Roy Bonet y Josepe Gil, componentes de los geniales Wom! A2, de los que a ver si escribo algo a la vuelta de mis vacaciones. Solamente falta agradecerles algo a Brighton 64, a los que últimamente me suenan todos los grupos catalanes de aquellos años, hasta BB Sin Sed.

Luego sale su segundo disco, muy malo, del que lo único a destacar, además de su portada, es su versión del estándar de Peret Una lágrima. Tras ese bache llega su obra de madurez, «Casa 12», repleta de medios tiempos muy buenos que siguen los pasos de los ya mencionados La Frontera, de Burning o de Los Elegantes, en los que lo único que sorprende es la bajísima calidad de algunos de los estribillos de las canciones, mientras las estrofas son brillantes, como en los casos de Infinito o de Días de calor, aunque luego el disco contenga joyas pop como Lluvia sin fin, con una gran guitarra recorriendo la canción, o La soga del recuerdo. Más tarde sacaron otro disco, que ya no tengo ni he visto nunca.

Alguna de sus canciones se pueden escuchar en su MySpace, porque creo que, como casi siempre sucede con el catálogo de 3 Cipreses, no hay nada de sus comienzos editado en compacto.

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Teoría y práctica de la música ligera: El caso de José Feliciano

Texto publicado en PopMadrid el 19 de julio de 2007

En el momento en que uno se sorprende a sí mismo en una tienda echando un vistazo a los discos de los sesenta de Julio Iglesias es que algo pasa, que alguna frontera hemos cruzado sin darnos cuenta. Es la frontera de la música ligera, que para ocultar nuestra vergüenza camuflamos bajo nombres indie-rimbombantes como easy-listening o soft-pop, pero que es eso, música ligera. Está claro que, como en todos los estilos musicales, hay niveles, y no son lo mismo Bertín Osborne y Luis Cobos que Astrud Gilberto y Esquivel, pero vamos, no los veo tan lejanos. Por ello me parece un género en el que es muy difícil saber si sobrepasas el límite que te lleva al ridículo, algo que existe menos en el rocanrol, ya que si dices que te gusta Jarabe de Palo la gente simplemente te desprecia pero no te trata como si tuvieras el mismo gusto musical que Lina Morgan, a quien seguro le encanta Bertín Osborne. Posiblemente ese límite es el que pasamos ayer los que fuimos a ver a José Feliciano.

Está claro que el concierto hubiera sido mucho mejor en el Casino de Torrelodones, pero el Teatro Eslava tampoco está mal con todos sus dorados. Salió al escenario Mr. Feliciano acompañado de dos horripilantes teclistas verbeneros, una bajista que parecía Joe Strummer, un batería y un percusionista sacado de Los Soprano; entre todos formaban la orquesta de verbena más perfecta que yo haya escuchado. El público, como bien dice fernandoleon, lleno de latinos -ya fueran turistas o madrileños-, divorciadas, caracolillos y dos o tres roqueros de paladar exquisito que se lo pasaron en grande.

El concierto tuvo varias partes diferenciadas, la mejor y más brillante, la de los clásicos del rocanrol, de donde destaco el clásico de Bill Withers Ain’t No Sunshine, que abrió el concierto, un fantástico instrumental del Billie Jean de Michael Jackson y el inolvidable encadenado de California Dreamin’ con Light my Fire. De la otra parte, la hispana, muy bueno el popurrí de boleros clásicos y la versión de Samba pa ti, con un emocionado recuerdo a los demócratas presos en Cuba, y horrorosas, las canciones compuestas por el propio Feliciano y la inevitable Oye cómo va, quizá la peor canción de todos los tiempos, incluso peor que los grandes clásicos verbeneros de Georgie Dann.

Para terminar el concierto, el famoso y buenísimo Che será, que abajo pongo en su versión italiana en el Festival de San Remo del año 71. Me lo pasé genial.

Verano de vinilo (I): Las Ruedas

Texto publicado en PopMadrid el 10 de julio de 2007

Estos meses de verano tengo en mi casa un tocadiscos y estoy repasando algunos discos que hace años no escuchaba, como los dos que tengo de Las Ruedas.

Dentro del Sonido Agapo, al no tener ni la continuidad de Sex Museum ni el éxito de Los Enemigos o Los Ronaldos, han quedado un poco apartados, pero sus dos primeros discos me encantaban, y al oírlos ahora de nuevo han vuelto a no defraudarme.

El primer disco, con esa estupenda portada con el grupo al lado del Museo del Ejército, tiene un comienzo demasiado potente como para que se pueda disfrutar del resto del disco, O.K. Nastassia Kinski (Mp3) es su obra maestra y quizá su mayor éxito, ya que está en algún recopilatorio. El resto del disco mezcla toques siniestros que parecen de Polanski y el Ardor con soul sucio a lo Brighton 64, dentro de lo agapo que resulta todo el disco. Canciones en las que parece que siempre hace mucho calor, con esas crípticas letras tan nouvelle vague que Pedro canta con una chulería madrileña que a veces recuerda a Domingo y los Cítricos. ¡Cuánto aprendió Coque con Las Ruedas!

Del otro disco que tengo, «Viva Corrales», las canciones que más me gustan son las que tienen un componente más pop, la propia Viva Corrales (Mp3) y Dos días, en las que la guitarra acústica recorre las canciones. Me gustan también mucho Artistas (Mp3), que parece una crítica al desmadre posmovida de esos años, y Noche azul, que encajaría bastante bien en el primer ep de Surfin’ Bichos.

Mucha más información en la página yatuferri.com/lasruedas, de donde he cogido las imágenes.

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El día que vi a Josele

Texto publicado en PopMadrid el 3 de julio de 2007

Ayer tomando unas cañas por Lavapiés con unos amigos, mientras uno de ellos hablaba de la diferencia entre las celebraciones de la muerte en México y Nueva Orleáns, se nos apareció en la acera Josele Santiago, Dios y Hombre Verdadero. Daba pasos pequeños con su bastón, paseando cual Baroja, con la camisa abierta hasta el ombligo, rodeado por un par de anónimos apóstoles que le protegían.

Más tarde, en otro bar, tras tropecientas cañas y unos pacharanes, ya nublados los sentidos, se nos volvió a aparecer. Uno de nosotros casi se lanza a hablar con él, pero sabiamente se contuvo y le dejó acabar su vino, para luego verle marchar por donde había venido.

Le he visto por Malasaña muchas veces, en muchos bares, pero las apariciones de ayer fueron eso, apariciones. Larga vida a Josele.

Imagen de La Fonoteca.