Erik Satie: Palabras con sabor

Texto publicado en PopMadrid el 20 de junio de 2006

Erik Satie

Creador del pop, de lo mínimal, de la música para los ascensores, de las bandas sonoras cinematográficas, ególatra, payaso, genio, mesías de religiones inventadas, borracho, poeta total, Erik Satie dejó un buen puñado de frases inolvidables. Tan pronto insultaba a los críticos como al público o a sus compañeros, siempre con un humor tan lleno de mala leche que casi a veces parece una creación del mismísimo Jardiel. Copio aquí unas cuantas de sus frases, a la manera de como hizo Iván con otro genio de la mala uva, el Maestro Buñuel.

Los textos están sacados de Memorias de un amnésico y otros escritos, Árdora Ediciones (1994) y de Cuadernos de un mamífero, Editorial Acantilado (1999).

  • Se suplica a los que no lo entiendan que observen con el más respetuoso silencio y que muestren una completa actitud de sumisión, de total inferioridad. Ése es su verdadero papel. Guía para Vèritables prèludes fl

    ashes pour un chien, 1913.

  • Esta obra es absolutamente incomprensible, hasta para mí. Su augusta profundidad me sorprende siempre. La escribí a pesar mío, impulsado por el Destino. Sin embargo, no tendré ninguna indulgencia con los que la desdeñen. Que lo sepan. Sobre Embryons dessechés.
  • Nada resulta excesivo para recomendar al auditorio musical esta obra, esencialmente artística, que ha sido acertadamente considerada una de las más bellas del siglo que ha visto nacer a este desgraciado gentilhombre. Anuncio sobre las Gymnopédies en Le chat noir, 1888.
  • Relâche no quiere decir nada. ¿Cuándo nos deshabituaremos del hábito de explicarlo todo? Partitura de Relâche.
  • No existe la escuela Satie. El satismo no puede existir. Me mostraría hostil a él. En arte no se precisan esclavitudes. Siempre me he esforzado por confundir a los seguidores, por la forma y por el fondo, en cada nueva obra. Es el medio de que un artista no haga escuela, es decir, de que no se convierta en un pedante. Pas de casernes, 1920.
  • Dadme un poeta: haré de el dos músicos de los cuales uno será cancionista y el otro el pianista que le acompañe. Al cabo de un instante, el cancionista habrá montado un cabaret llamado montmartrense. Unos años después, el pianista habrá muerto alcohólico y el cancionista será príncipe, duque o algo mejor aún.
  • ¿Qué prefiere usted: la Música o la Charcutería? (…) En muchos sitios se ha sustituido el excelente y suave silencio por música mala. Está bien visto, por lo general, oír cosas de mal gusto, escuchar tontas cantinelas, algo piadosas, tomando una cerveza o probándose un pantalón; dar la impresión de apreciar los obligados sonoros de los bajos, contrabajos & otros espantosos pitos, mientas no se piensa en nada. (…) ¿El remedio? Unos formidables impuestos; terribles vejaciones, severas represiones. Suplicios, incluso. ¿Hay derecho a envilecer fríamente nuestra pobre vida?
  • El cerebro de un crítico es un almacén, unos grandes almacenes. Se encuentra de todo: ortopedia, ciencias, ropa de cama, artes, mantas de viaje, gran selección de muebles, papel de cartas francés y extranjero, artículos para fumador, guantes, paraguas, lanas, sombreros, artículos de deporte, bastones, óptica, perfumería, etc. La crítica lo sabe todo, ve todo, dice todo, oye todo, toca todo, remueve todo, come todo, confunde todo y no piensa menos. ¡¡Qué hombre!! ¡¡¡Hay que recordarlo!!! ¡¡¡Todos nuestros artículos están garantizados!!! ¡¡¡Durante el calor el género está dentro!!! ¡¡¡Dentro del crítico!!! ¡¡Miren!! ¡¡Aprecien, pero no toquen!! Es único. Increíble.
  • Señor, no es usted más que un culo, pero un culo sin música. Postal al crítico Jean Poueigh tras su crítica a Parade, 1917. Fue condenado por difamación, Juan Gris testificó a favor de Satie.
  • Cuanto más conozco a los hombres, más amo a los perros.

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