Francisco Nixon «El perro es mío» (Siesta, 09)

Texto publicado en PopMadrid el 3 de mayo de 2009

Tres colores, blanco, negro y amarillo ocupan por entero «El perro es mío», segundo disco de Francisco Nixon para Siesta, disco que, tras «Es perfecta», nos vuelve a regalar canciones -momentos, sobre todo- inolvidables, en los que acabas llorando, o de emoción o de risa, según sea la canción.

Mientras que en «Es perfecta» todas las canciones menos una eran de Fran Fernández -aunque la mejor del disco era precisamente la que él no componía, Banderas rojas, de Ricardo Vicente-, en «El perro es mío» Fran solamente compone ocho de las once, dejando a Ricardo más cancha, tres canciones. Y el disco gana con ello, ya que al mezclar las más robustas y melancólicas canciones de Ricardo con las más deshilachadas y descacharrantes de Fran, «El perro es mío» ni sufre ni se agita, si no que gana en redondez y, sobre todo, en canciones.

Si tres las composiciones de Ricardo en media son mejores -espectacular y alegre Museo Británico, plena de psicodelia amable y surrealismo de bar Notre Dame, y pop canónico y sacrifi cio en Reactor nº4– Fran cuando acierta en la diana acierta de verdad y crea un clásico para siempre, como en las dos canciones que abren el disco, Inditex y Erasmus borrachas, y sobre todo en la canción perfecta, Brackets, garfunkeliana, absurda, milagrosa, cantada como nunca, por la que merece la pena comprarse este disco. Si a estas seis canciones le añadimos la melodía de la última, Cruzando la calle, ya tenemos uno de los discos del año.

Francisco Nixon, cada vez más en su papel de autor desubicado, borda en «El perro es mío» ese constumbrismo desinhibido que también encarnan The New Raemon o La Bien Querida, por ejemplo, capaces de dar protagonismo en una canción a lo más absurdo de su intimidad, de confesar sus debilidades como San Pedro «Me dijeron que te han visto tra ficando. Y yo contesto que no te conozco», de autoinfringirse frases como «Sí, el piso es de los dos. La culpa es de los dos, las lágrimas, ya no…» y de gritar a los cuatro vientos «Te recuerdo con brackets por la calle Mayor».

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