Texto publicado en SPEND IN en septiembre de 2014
Hay pocos nombres más míticos que Leica para los aficionados a la fotografía, salpicando su leyenda incluso a los que tenemos como únicos fundamentos fotográficos la Polaroid que nos regalaron en nuestra Primera Comunión y que tenemos colgada del perchero a la entrada de casa junto a una chaqueta de chándal y la medalla de un torneo de pádel del que quedamos finalistas los Gemelos Fantásticos.
Aunque fundada en 1849, casi cuando reinaba Carolo, Leica se vuelve clave en la Historia, con mayúsculas, cuando en 1913 Oskar Barnack crea un prototipo de cámara con negativos de 35 milímetros, es decir, una cámara portátil para llevar colgada del cuello. En 1925 sale en producción y su éxito es inmediato. La máxima de su creador dice todo: kleinen Negative, große Bilder, y tras este lema Leica revoluciona a la vez la fotografía, el periodismo, el arte e incluso la guerra.
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