Los Coyotes y aquellos tiempos del punkabilly

Texto publicado en PopMadrid el 13 de julio de 2009

El otro día me hice con el 10″ de «La Estación Fantasma / Grabaciones Completas de la Era Punkabilly 80/85», vinilo de Los Coyotes editado por Electro Harmonix, que contiene alguna de aquellas joyas que tanto deslumbraron a principios de los ochenta y que, oídas hoy, no están ni mucho menos en fuera de juego. Además de dos inéditos, El Rey del Billar y Aquel Lugar, vienen algunas de mis canciones favoritas de aquella época, sobre todo la surfera y pantanosa Encuentros con la Patrulla Costera, y la que da título al disco, La Estación Fantasma, sobre la estación abandonada, ahora museo, de la línea 1 del metro de Madrid.

Como la perspectiva del tiempo hace ver a diferentes artistas como parte de un mismo grupo, no dejan de verse en varias de las canciones momentos sacados de Derribos Arias o un olor a Tribu de las Chochoni en alguna otra.

Los Coyotes lo inventaron todo, desde el rocabili manonegrista hasta el rock latino, incluso el revival róquer que sufrimos hoy en día, y hasta el macarrismo post-cañorroto de los hermanos Muñoz, como en Pepe, y todo ello lo podemos escuchar en estas canciones desmañadas, en el saxo puntilloso de Ulises Montero, en Víctor cantando a gritos Ella es tan Extraña, en la fantástica Trabajando en el Verano, o como en este vídeo de Líos en el Cine, que parece rodado en las Serrerías Belgas:

The Joe K-Plan «Rigan asesino, OLibia vencerá» (Aloud 09)

Texto publicado en PopMadrid el 8 de julio de 2009

De un grupo instrumental formado por guitarra y batería se espera algo muy especial, y eso es lo que dan The Joe K-Plan a todo el que se atreva a meterse con «Rigan asesino, OLibia vencerá», el primer disco de César, batería de Peluze y Mario, guitarra.

Todo el disco es una provocación, todo está transpuesto, desde la portada, que en realidad es la contraportada, a todos los textos del encarte, que, a medio camino entre una sopa de letras y «The Matrix», son prácticamente ilegibles. Pero todos estos juegos se acaban desde el segundo uno del disco, con la intro Sendero voluminoso y la segunda canción, Nueva Zelanda, que ya muestra todo ese rock expresionista, de no-melodía, maquinismo brutalista, post-todo, vanguardia y free-heavy que ocupa toda la obra del grupo.

A veces, como en Catalina 52, parece que el mar se tranquiliza y se podrá navegar por él, pero la violencia abstracta y caótica vuelve de nuevo y acaba la canción, a pesar de ciertos aromas garajeros, de forma arrebatada. Dolor cinematográ co y pantanoso cubre Fragmentos de una canción dedicada a alguien, o la intensísima y fantástica Tanca la porta una mica, o ese blues subterráneo de El peso del agua.

En un disco sin respiro, lleno de gruñidos y escalofríos, pasan las canciones, abusando del caos como en Bongus Dei, o probando el rock guitarrero en Tete de la course, o sudando en la gran esta del ruido machacón de Monte de Venus. Vuelve a subir el disco en El que suscribe y en Tú tráeme la naranja que yo hago el zumo con su bestialismo intensivo, para acabar el disco en una abusona canción de doce minutos, Antítesis en el rincón del placer, que deja a un exhausto.

Apto solamente para paladares rocosos y muy abiertos a la experimentación, «Rigan asesino, OLibia vencerá», es el disco que le ha dado la gana de hacer a The Joe K-Plan, y que contiene alguno de los momentos mejores y más furiosos editados este año.

Una noche en West Side Story

Texto publicado en PopMadrid el 2 de julio de 2009

Ayer me enfundé mis John Smith para ir a la Casa de Campo a ver la representación de West Side Story, obra maestra de los musicales, obra maestra de la cultura del siglo XX, donde todo se conjugó para hacer una obra inolvidable, la historia de Shakespeare, que ya llevaba por ahí rondando trescientos años, Arthur Laurents que moderniza la idea de Jerome Robbins, y los inmensos Leonard Bernstein y Stephen Sondheim que nos dan una clase magistral de pop avant la lettre (estoy seguro que Rufus Wainwright está totalmente de acuerdo conmigo, y la mitad de Wild Honey, que estaban por ahí, también). Todo lo remató Robert Wise con su película y Natalie Wood con su insultante belleza para que todo el mundo recuerde las canciones y la película.

West Side Story es un musical de verdad, quizá el último, con permiso de Bob Fosse, y no tiene nada que ver con esos excrementos que se llaman musical que se hacen ahora, es como comparar El tercer hombre con Pagafantas. Bernstein compone clásico tras clásico, adaptando canciones según la escena, siendo América cuando la cantan las chicas una fiesta y luego en la escena de la violación de Anita una canción de terror. Como la increíble Gee, Officer Krupke, más desconocida, o las bellísimas Tonight, en la versión normal y cuando Bernstein de forma alucinada mezcla tres o cuatro canciones en la escena antes de la muerte de Bernardo, o I Feel Pretty.

Mucho mejor que cualquier concierto de un grupo de ahora -esperemos a ver qué nos regala en el mismo escenario el día 29 Burt Bacharach-, ayer fue uno de esos días en que te vas en metro a casa -además de imitando los bailes de los Jets y los Sharks- con una sonrisa de oreja a oreja, creyendo que la música es lo mejor que hay en el mundo.

Abraham Boba «La educación» (Limbo Starr 09)

Texto publicado en PopMadrid el 2 de julio de 2009

Es «La educación», el segundo disco Abraham Boba, un disco amable, que nos presenta a un músico en evolución, encantador de melodías y sonidos clásicos, cada vez más clásicos, que
abre la puerta a las guitarras sin perder un ápice de personalidad.

Boba se sale de los márgenes del rocanrol a cada momento, mostrándonos canciones que podrían estar en un musical de hace cincuenta años, ya desde la primera canción, Capital, logrando un aroma que a veces te lleva a Scott Walker pasando por Luis Eduardo Aute.

Hay canciones maravillosas, como Hagásmolo antes de morir, plenas de melancolía y buen humor, donde parece que Boba se siente más cómodo, o la cuarta canción, Frío, una maravilla de country estático, cantada con el único acompañamiento de una guitarra, o Juan y la defensa, emocionante derrota con su épica de andar por casa.

La experimentación llega con Caballo y rey, con voz femenina y aire de cuento de hadas, aunque sin mucho romanticismo en la letra «Hoy no queremos pensar, hoy solo queremos follar. ¿Juegas conmigo? Tengo un caballo y un rey».

Rita y la guerra, donde sobrevuela el fantasma de Nacho Vegas, sirve de puente para otra de las joyas, La vigilia, que cuenta con la guitarra de Julio de la Rosa, cinematográ ca, europea, casi griega. Magnífi ca. El disco casi llega a su fi n con las palmas de Siete veces, una de las canciones más roquistas, casi de Gene Vincent, como dice la hoja de promo.

«La educación» es un muy buen disco, que gana con las escuchas, en escuchas tranquilas, que seguro que gana en directo.

Sky Saxon, homenaje en dos vídeos

Texto publicado en PopMadrid el 30 de junio de 2009

Los garajeros también tienen su corazoncito y el otro día, casi a la vez que Michael Jackson y Farrah Fawcett Majors pero sin tanto show, murió en Austin el cantante de los míticos The Seeds, Sky Saxon, que puso voz a obras maestras como Can’t Seem to Make You Mine o (You’re) Pushin’ Too Hard.

Que descanse en paz un genio capaz de decir cosas como esta:

Well, I think you could retire when you die. I don’t, however, believe in death, so I guess I
will retire when I leave my body. But I plan to continue writing and performing in heaven. It
is my mission.

Un par de vídeos para recordarlo. (You’re) Pushin’ Too Hard:

Mr. Farmer:

Single «Mr. Shoji» (Elefant 09)

Texto publicado en PopMadrid el 30 de junio de 2009

Una única canción nos regala Single en su nuevo trabajo, «Mr. Shoji», con una cara músico-vocal y otra instrumental. Única canción que se antojaría rácana si no fuera tan irresistible, como, por otra parte, es casi todo donde meten la mano Teresa Iturrioz e Ibon Errazquin.

Mr. Shoji pertenece a la vertiente más bailable de Single, rebosante de ruiditos y ruidos, caballos y pájaros, mujeres y hombres, mezclando la música popular con raggamuffin y con blues, sacando del armario el japonismo ingenuista, serenidad y latidos, electrónica amable, distancia, y pop de siempre. En de nitiva, «yo y míster Shoji tenemos un asunto».

En la cara B desaparece la voz de Teresa, que queda en la memoria, para dejar paso al desmadre dub de Ibon, que borda, como siempre, la bailable de las canciones de Single.

Mr. Shoji es una pequeña joya, y más con el retrato fumanchú de Teresa en la portada a cargo de Javier Aramburu, que no hace más provocar ganas de tener en las manos otra canción, la siguiente, quizá otro single, otra canción suelta, para así dar seguro en la diana y no depender de los altibajos de un disco con una docena de canciones.

Green Day: Bon Jovi del siglo XXI

Texto publicado en PopMadrid el 29 de junio de 2009

Esta mañana he escuchado la nueva canción de Green Day, 21 Guns, sacada de su nueva ópera rock «21st Century Breakdown». Tampoco es que haya sido muy seguidor del grupo de Billie Joe pero su fagocitación por parte de la gran industria es espectacular. Aunque sigan con parafernalia combativa y tengan el eyeliner más tatuado que Concha Velasco su lunar, hoy en día no son más que un simple grupo de AOR norteamericano.

No se parecen en nada, pero Green Day recuerdan un poco a Bon Jovi, que de tocar con Iron Maiden a mediados de los ochenta pasaron a ser una especie de versión de Céline Dion con pantalones de plástico, aunque con el mismo peluquero.

Ahora que Green Day han aprendido a leer y ya se creen intelectuales se dedican a sacar discos conceptuales y óperas rock, aburriendo a las ovejas y llenando estadios. Y empieza a causar vergüenza entre los roqueros que tus amigos vean que tienes todavía en la estantería algún disco de Green Day, corriendo a ocultarlo al lado del los discos de Demis Roussos y los de Avril Lavigne que, por qué no decirlo, son mucho mejores que los discos de Green Day. Escuchemos la maravillosa Cama de rosas, por Bon Jovi: 

Serpentina y La Bien Querida

Texto publicado en PopMadrid el 21 junio de 2009

Acostumbrados al soserío o borderío de todas las cantantes uno se sorprende cuando encuentra a María de Serpentina sobre un escenario. No solamente canta las canciones una detrás de otra, como todas las demás, si no que las interpreta, algo que casi ha desaparecido. Se expresa en el escenario como una cantante clásica -con clásica me refi ero a Édith Piaf o, por qué no, Paloma San Basilio– y eso es muy de agradecer. Quizá el repertorio de Serpentina en directo no puede sostenerse del todo sin esas dramatizaciones, aunque muchas de las canciones sean brillantísimas. Ayer nos regalaron muchas de sus mejores canciones y, en un fi nal de concierto apoteósico, encadenadas Si no fuera porque… de Cecilia, Gainsbourg y su La chanson de Prévert y Volverte a ver de Rocío Dúrcal. Tras este fi nal había pocas
oportunidades para La Bien Querida de superar a Serpentina.

Pero La Bien Querida hizo un gran concierto, aunque al principio el sonido fuera demasiado atronador y ella, a pesar de su simpatía, cantara todas las canciones mirando al techo. Pero nadie puede resistirse a eso de «No hago otra cosa que pensar en ti. Que tengas claro que no voy a competir. A tus amigas se lo digo desde aquí. Las olimpiadas no se hicieron para mí». Las canciones más intrumentadas en el disco me gustaron más en directo que las más desnudas, a alguna su roquerización no le sentaba bien. Sí que me encantó la versión casi a lo Talulah Gosh de 9.6, que fue lo mejor del concierto.

De Vito in bitter pink

Texto publicado en PopMadrid el 20 junio de 2009

Calor infernal. Nunca había estado en Clamores, nunca le he hecho mucho caso a Luis Pastor. Me sorprendió el ambiente decadente de Movida Madrileña y olor a tabaco. Saltos del tiempo. Pero unos cuantos portátiles en el escenario te colocaban en esta década. Satanás, para joder, se lo comentó al alma de Hilario Camacho y le subió un par de puntos el grill. El calor y el olor a chamusquina llegaba hasta el escenario.

De Vito se movían tanto que daba más calor todavía. Yo no podía moverme al estar castigado por los camareros a tomarme un cubo de agua cada vez que me pedía una copa. Si el sonido era un poco embarullado, todo se olvidaba con la actitud del grupo. No conocía las canciones, hubo momentos en que no sabía si cantaban en español o en inglés. Sonó Debaser, eso sí. La poca gente que estábamos bailaba sin parar ese eletro pop punk post dance bastante irresistible. Creo que sonó también una de Niños del Brasil, me dijeron, yo ni idea. De Vito son muy buenos en directo. Ian Curtis vestido de pitufo. Juanan bailaba. Y todos esperábamos a un gigante que no llegó. Mientras Carlos y Sole vigilaban que me bebiera el agua The Jau One planeaba su excursión del domingo al Matadero.

Me fui, como siempre, el primero, para coger el taxi con el depósito más lleno, y el tío se equivocó y me llevó por Goya en vez de por Juan Bravo. No le dije nada. Creo que volveré a ver a De Vito en invierno. Luego, a Cárol le robaron el móvil, me acaban de decir. Me levanté mareado. Silverstone. Ahora me voy a ver a La Bien Querida. Ojalá haya piquetes del Sonorama. El día de la marmota. Mañana escribiré esto mismo sobre el concierto de La Bien Querida, pero cambiando las frases de sitio, y en la foto, en vez de un bigote, una falda. Tengo que llegar pronto, que no me quiero perder a Serpentina.

Jeanne Moreau canta Le Tourbillon

Texto publicado en PopMadrid el 16 junio de 2009

Jeanne Moreau, con las mejores ojeras de la Creación, tiene una canción que me fascina, Le Tourbillon, canción que canta en «Jules et Jim», película maravillosa que acabo de recomendar en Partigi, y donde la Moreau sale más guapa imposible cantando eso de:

Elle avait des yeux, des yeux d’opale,
Qui me fascinaient, qui me fascinaient.
Y avait l’ovale de son visage pâle
De femme fatale qui m’fut fatale.
On s’est connus, on s’est reconnus,
On s’est perdus de vue, on s’est r’perdus d’vue
On s’est retrouvés, on s’est réchau és,
Puis on s’est séparés.


Tengo luego por ahí un ep del año 1964, con canciones, como Le Tourbillon, de Cyrus Bassiak, que tiene joyas como Embrasse moi o La vie de cocagne, y que lleva ya varios años de cuerpo presente en una de los estantes de mi biblioteca, compartiendo presencia delante de los libros con una vieja edición de «Jusep Torres Campalans» y «Jimmy Corrigan», en la que la Moreau sale mordiéndose una uña mientras fuma. Nunca nadie ha hecho más por el consumo de tabaco
que portadas como esta. Nadie ha fumado como ella.