Texto publicado en PopMadrid el 2 de febrero de 2010
El otro día me pasé por el fantástico edificio de El Águila, que está donde Cristo perdió el mechero, para ver la antológica sobre Carlos Berlanga, ”Viaje alrededor de Carlos Berlanga”. Poca gente, que era martes por la tarde, solamente alguna pareja y un grupo de señoras, perdidas en la exposición, supongo que vecinas del barrio, que le dieron un toque cañí a mi visita que seguro que le hubiera encantado a la maruja de Carlos Berlanga.
En el piso de abajo, los cuadros de Carlos, muy ochenteros, chiriquianos, y divertidos, casi todos de colecciones de amigos, Almodóvar, Chamorro, Martín Begué, etc. Las señoras, gozándola con frases como ”pues este cuadro sí que lo hace un niño”, ”pero este pintor quié es”, ”es hijo del director de cine, Carlos Berlanga, así que ya sabes por que le hacen una exposición, porque es de la familia”.
En el tercer piso (la distribución de pisos es tan misteriosa en este centro cultural como en el Reina Sofía, que salta la colección del segundo al cuarto piso como por encanto, sin saber qué hay en la primera ni para qué vale la cuarta) estaba una sala con fotos, otra con obra gráfica y tebeos y una sala con un documental con imágenes televisivas de Berlanga. No vi qué estaba en la pantalla, pero mientras veía la sala de grabados salieron las señoras y a gritos se pusieron a hablar, creo que del marido de Alaska, riéndose de la pinta infame que tenía, para pasar de repente a hablar de Isabel Gemio, y de alguien a quien no identifiqué que se había liado con una ”que menuda pinta que tenía”. Mientras, en la paredes las tiras de Nylon de Kooning o de Olga Zana repetían exactamente las cosas que decían las señoras.
En el segundo piso, una sala de audición con las canciones de Carlos a todo volumen, amortiguaba la discusión de si el 8 iba ahora por esa calle o por la demolición de parte del precioso edificio de Alcatel ahora daba la vuelta por no sé dónde.
La exposición dura hasta el 7 de marzo. No se la pierdan.
Imagen tomada de Madriz.