Archivo por meses: marzo 2009

The New Raemon «La invasión de los ultracuerpos» (BCore, 08)

Texto publicado en PopMadrid el 26 de marzo de 2009

Seis canciones tiene el nuevo disco de The New Raemon, «La invasión de los ultracuerpos», maravilloso vinilo de 10″ nacido como continuación de uno de los mejores discos del año pasado «A propósito de Garfunkel». Como este, cuenta con el sofi sticado diseño de Martín Romero.

No sé si este nuevo minielepé está compuesto por descartes de «A propósito de Garfunkel». Al principio, en la cara A, da la impresión de que no, o de que si son descartes bien podían haber estado perfectamene en el disco de larga duración, porque tanto Sucedáneos como la versión de Nueva Vulcano, Mano izquierda, arrojan tanta o más frescura que las canciones anteriores -frescura en todas sus acepciones, caradura, moderadamente frío, recién hecho, sereno, no congelado, descansado o desendadado-, que siguen llenas de melancolía y acústica, y que también siguen acabando con Ramón gritando el estribillo «soy un sucedáneo», como ocurre en muchas otras canciones del grupo. Hasta la versión, con segundos sentidos de frases como «Pintan sus casas antes de las estas, yo no… pinto nada» cuadran a la perfección con la fi losofía de The New Raemon. Gran versión.

Pero el disco va más allá al darle la vuelta, descubriendo un The New Raemon mucho más oscuro y repensado, menos pop. Al apagar esa luz el grupo vegeta en Cumpleaños, preciosa salmodia de tristezas y heridas o en Tiembla Dublín, donde las Fotos del ayer reaparecen de nuevo como imagen recurrente en el rock. Acaba el disco con No fastidies, pequeña y divertida boutade en la que Ricky y Ramón hacen su Don Pepito y don José en clave adulta y cabaretera.

Esta doble cara del grupo da más ganas de conocer nuevas canciones, a ver si van por la pradera brillante por la que suelen ir, o siguen asomándose a nuevos abismos. De lo que no cabe duda es que un disco que contiene Sucedáneos, Mano izquierda y Tiembla Dublín merece todo el respeto del mundo.

El rock en Bilbao: Cinco décadas

Texto publicado en PopMadrid el 20 de marzo de 2009

Acabo de terminar la primera parte de ««, la que narra la historia del rock en Bilbao década a década. El libro, completísimo, se lee casi como una novela en la que el protagonista es una ciudad por la que entran y salen roqueros, roquerillos, emprendedores, visionarios, politicastros, público y periodistas, muchos de ellos olvidados, un poco como en el fundacional «Diccionario de las Vanguardias en España (1907-1936)», de Juan Manuel Bonet.

El autor, Álvaro Heras, casi desaparece ante la avalancha de textos de los protagonistas, siendo su labor más de edición que de escritura. A veces, al dar la voz para hablar sobre un mismo tema, acaban diciendo lo mismo varias personas durante varias páginas, pero cuando sucede es porque esa opinión es necesaria, casi nunca es suprimible esa redundancia (sí sería suprimible en algunas notas que repiten el texto principal o que traen datos que vienen en los anexos).

La evolución roquera de la ciudad, en un resumen raquítico sacado de las 233 páginas que ocupa, la he visto así:

En la prehistoria de los sesenta casi ningún grupo edita nada, y los protagonistas dicen, ante mi sorpresa, que además de las capitales europeas, Madrid era una ciudad donde pasaban cosas. Grupo clave: Los Mitos. En los setenta, además de descubrirme el inigualable Festival Enrollamiento Internacional del Rock (1976), todo se vuelve violento, con peleas por todos lados. Sigue sin editarse casi nada y Los Mitos siguen por ahí. Década oscura, como en todas partes. En los ochenta, comienzan las primeras disqueras indie, se okupa el Gaztetxe, aparece el Rock Radikal, y todos los entrevistados lloran porque no había dinero público para salas. Se edita mucho más y Dinamita Pa’ los Pollos revientan en toda España. En los noventa llega la explosión de verdad, porque los grupos son buenos, causa de que llegue el dinero público (que siempre aparece cuando hay comida, nunca crea escena), aunque los privados también ponen lo suyo. El Getxo Sound y Platero y Tú por todos lados. «Hunted by the Snake» para la historia (guardo mi vinilo como oro en paño). En la década actual todos los entrevistados dejan de llorar pidiendo subvenciones y están encantados de haberse conocido, diciendo que Bilbao es la mejor ciudad para el rock en España. Curiosa la variacióndel discurso. ¿El Guggenheim ha cambiado tanto la propia visión de su ciudad? Grupos además de Fito y Fitipaldis, pues Tulsa, Standard y Zodiacs.

El resumen, Bilbao ha salido a flote igual que han salido el resto de las ciudades españolas, siguiendo el mismo guión que empieza en el ingenuismo sesentero, sigue por el barbudismo setentero, la explosión de la nueva ola en los ochenta, la consolidación en los noventa del indie y el encantadodehabermeconocido de la época de vacas gordas de la primera década del siglo.
Primera parte del libro: Indispensable. Hoy comienzo la segunda.

Los Soberanos «¡Fiesta sin fin!» (AutoPop, 08)

Texto publicado en PopMadrid el 18 de marzo de 2009

La grabación y edición de un disco sigue siendo un papel obligatorio que hay que tener en la cartera para existir en el mercado de la música, incluso para grupos como Los Soberanos o Los Chicos, para los que su única razón de existir es tocar en directo y hacer felices a los que asisten a sus delirantes conciertos. Debido a esta imposición del mercado tenemos en las pocas tiendas que quedan «¡Fiesta sin fi n!», que en catorce canciones alegra la tarde a cualquiera.

La novedad más interesante es que «¡Fiesta sin fi n!» tiene varias canciones compuestas por el grupo, canciones que sorprendentemente resultan las mejores del disco, como Un hombre tranquilo, donde el siempre en su sitio Ivo von Menzel canta sus penas por tener una esposa juerguista «Yo soy un hombre tranquilo de los que no beben vino, le tendré que esconder la botella porque quiero seguir junto a ella» o la mejor canción del disco, Siroco, homenaje a la sala del mismo nombre, donde con unos vientos preciosos se narran cinematográ camente su viaje en tren para tocar en Madrid. «Siroco, aquí estamos, que empiece la fi esta».

En el apartado de versiones destacan por lo bueno, la de Il paradiso, cantada por las chicas del grupo, ¿Por qué te vas? de Los Supersónicos, también cantada por Cecilia y Cristina, la gospeliana Si chiama María de Pino Donaggio, cantada en italiano por Emanuele di Marzo, casi tan buena como la de Los Salvajes, y Nací de pie de Los Pasos. Por lo malo o aburrido, las insulsas versiones de dos clásicos, Estuve enamorado, y Pareces gitana.

Aunque los discos de Los Soberanos no sean tan necesarios y de nitivos como sus conciertos, «¡Fiesta sin fi n!» guarda muy buenos momentos, como Siroco, es un disco muy agradable de oír, y, lo mejor, dan unas ganas tremendas de ir a verlos en directo.

Sheila o el horror ye-yé

Texto publicado en PopMadrid el 6 de marzo de 2009

Uno asocia el ye-yé con juventud y colorido, con France Gall y Rocío Dúrcal, pero cuando aparece en escena Sheila, toda esa magia ye-yé queda reducida a cenizas. Solamente hace falta ver el vídeo en colores demacrados de la histérica L’école est finie para darse cuenta. Sheila parece un tío disfrazado de maruja disfrazada de niña disfrazada de puta, cantando con todas sus amigas que se ha acabado el curso y empieza el verano, pero en vez de hacerlo en un sitio bonito, en un sitio ye-yé, se ponen a jugar al potro en una ribera del Sena -imagino- llena de basura, y terminan prendiendo fuego a los apuntes delante de una siniestra fábrica, antes de que unos zopencos las secuestren. Parece más un vídeo industrial de los Clash que un vídeo ye-yé. ¿Cómo se puede ser tan fea, bailar tan mal y llevar ese pelo?

Ya en su edad, descacatuizada, muy buena interpretación de En n réunis

Tengo pesadillas cada vez que veo una foto de Sheila, o cada vez que escucho espantos como Ouki Kouki (Kookie Ookie). El mundo no es como lo cantaba Rocío Dúrcal, si no como lo mostraba John Waters.