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Klaus & Kinski «Por qué no me das tu dinero» (Jabalina 09)

Texto publicado en PopMadrid el 5 junio de 2009

Como colofón al casi magistral «Tu hoguera está ardiendo» llega este «Por qué no me das tu dinero», donde solamente la primera canción, ese hit indiscutible llamado Nunca estás a la altura, estaba en el larga duración.

Cuatro canciones acompañan al ya clásico del indie, la que da título al disco, Por qué no me das tu dinero, que sige los mismos derroteros del disco, con unos coros masculinos que recitan una especie de castigo al millonetis, lejos de la lírica quema del chalé de la sierra de Landa y Garci. Buena canción que no se echa de menos en «Tu hoguera está ardiendo».

Te vas a enterar entra mejor, con su preciosa instrumentación como de juguete, donde vuelva a aparecer, con ligeros toques brasileños, la legendaria torpeza ante el amor de las heroínas de Le Mans u, hoy en día, de La Bien Querida. La mejor del disco.

Shell for the mourning es una versión de Oliver North Boy Choir, algo ruidista y electrónica, alejada en apariencia del resto de la obra de Klaus & Kinski, pero que con las escuchas encaja bastante bien en el disco. Teléfonos, ladridos y parapapás le dan valor.

Termina el disco con los siete minutos y medio de El mejor idilio, donde K &K llegan a donde las antes nombradas heroínas de Le Mans nunca llegaron, a la sumisión ante la fuerza bruta en una relación. El ambiente de misa de la canción no tapa la tensión que lleva dentro. «Cuántas cosas me has dicho sin pestañear, yo no puedo hacer más que tragar, pues podría ser peor».

Plastidepop. Día 2: Klaus & Kinski + Niños Mutantes + The Movidas

Texto publicado en PopMadrid el 16 de mayo de 2009

Y llegó el segundo día, tras unas cañas y una comida en una terracita, una siesta, más cañas en casa viendo el tenis, más cañas en el centro y llegada a la Oasis justo para ver a Klaus & Kinski ante muy poca gente con la resaca ya prácticamente olvidada.

Klaus & Kinski me gustaron bastante, sonaron bien, y fueron todo lo simpáticos que se puede ser ante cincuenta personas y el resto por llegar. Casi todos los cuatro o cinco clasicazos que tiene su disco sonaron y ver los mínimos contoneos de la cantante tras el sufrimiento general provocado por la es finge de Los Punsetes (entre el público viendo a K &K) alivió al personal, que fue entrando en calor.

Pero todo lo que me gustaron K &K quedó olvidado al entrar Los Niños Mutantes, cuyo repertorio casi no conozco, pero que demostraron un pasado, un saber tocar y haber tocado cienes de conciertos. Qué barbaridad. Esa es la gran diferencia entre el primer grupo y Los Niños Mutantes. Rock de toda la vida, manejando el escenario y las posturas con las guitarritas como les daba la gana, me convencieron del todo. Además, tocaron por última vez, según dijeron, la versión de Como yo te amo, de mi adorado Raphael.

Y en esto terminaron, ya todo estaba borroso, muy borroso, y salieron unos tipos en chándal a hacer rap, The Movidas. Ese tipo de rap deslenguado y gracioso, pero que no tiene la más mínima gracia. No les hice mucho caso, por prescripción médica, y del bajón solamente me salvó la pinchada inicial del Batidora DJ. Brillante, deslumbrante como siempre.

Y al día siguiente, temprano, vuelta en tren. Diferentes siestas a lo largo del día. Y el lunes de viaje hasta hoy, que por n voy a pillar la cama y donde ojalá no sueñe con The Movidas.

Klaus & Kinski «Tu hoguera está ardiendo» (Jabalina, 08)

Texto publicado en PopMadrid el 18 de diciembre de 2008

Son la revelación del año, no hay duda. Y eso que Klaus & Kinski han hecho el mejor disco de los años noventa de la historia del rocanrol español. Poco importa que estemos a 2008 y
hayan pasado ocho años ya desde el n de la década, qué más da, también «Picnic Caleidoscópico» es de mediados de los ochenta, veinte años más tarde de cuando tenía que haber salido.

A pesar de la unidad que guarda «Tu hoguera está ardiendo» es un disco muy variado, casi disperso, con catorce canciones casi sin desperdicio -quizá solamente la nula gracia del desagradable bolero Mengele y el amor-, en las que atmósferas aguadas y paisajes británicos pelean con resquicios de electro-clash y shoegaze constumbrista, para lograr el perfecto collage casi más del olvidado Alfonso Buñuel que de Max Ernst.

Aunque no desentona en ningún momento con el resto de la cuadra Jabalina, ni con el sonido Abrigueiro, Klaus & Kinski es un claro salto adelante para ambos. Es difícil hablar de las canciones, del irresistible hit que es Nunca estás a la altura, con ese soberbio final de guitarras de «La luz en tus entrañas» mezclado con parapapás, o la Austrohúngara Rocanrolear, o el country con fritanga de Flash-back al revés, con alguna terrible frase como «Tú me vas a envenenar, tú me vas a destrozar, tú me has hecho vomitar, nananá». No faltan tampoco ecos del tedio de Dinarama o de la linealidad de Joy Division en las preciosas Cruci xión o Ronnie O’Sullivan, ni de la estremecedora y atmosférica voz de Ana D, que recorre todo el disco en la voz de Marina Gómez (este es el disco que Ana D hubiera tenido que hacer si hubiera tenido sangre en las venas).

Llega la parte nal del disco y uno se encuentra sin parar joyas, canciones que debieran ser éxitos en cualquier radio, como la gran La mano de Santa Teresa de Jesús, tan genial en su instrumentación tremendamente pop y en su estructura tipo Los Planetas, como en su historia «Voy a hacerme un abrigo, con las pelusas de tu ombligo». Esta canción es una obra maestra. Casi tanto como lo es la última canción, Sintigo o sin ti, que te deja tanto con los tan pelos de punta como cuando uno escucha Un agujero en el cielo o En cualquier esta.

«Tu hoguera está ardiendo» debiera ser un regalo obligatorio esta Navidad en toda casa que se precie de tener decencia y gusto musical.