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Regreso a Jurelandia

Texto publicado en ÇhøpSuëy el 8 de junio de 2016

migration

El sábado 21 de mayo se celebró el Día Mundial de la Migración de los Peces, que los ingleses pronuncian WFMD -no confundir con la conocida onomatopeya que usan los dibujantes de tebeos lituanos cuando muestran a alguien que intenta hacer un globo con un chicle- y desde esta su revista que tanto les aprecia felicitamos a todas las sardinas en aceite, en escabeche y de chocolate en su día grande. Para celebrar este World Fish Migration Day vamos a ocuparnos brevemente, como si nos paseáramos por un museo de filatelia, de los más curiosos casos de migraciones acuáticas de esos entrañables animales con escamas y branquias llamados peces. Porque los peces son animales, por mucho que los crueles vegetarianos-pescatarianos los traten como si no lo fueran y los devoren. No sé qué tendrán que decir sobre esta desustanciación los alegres chicos del PACMA.

Igual que los siempre talluditos miembros de un sindicato de estudiantes, los osos de Alaska esperan pacientemente con la boca abierta a que la comida les caiga en sus fauces sin tener que hacer nada…

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Biografía falangista de la calle de Ibiza de Madrid

Texto publicado en ÇhøpSuëy el 19 de octubre de 2015

Calle IbizaLa única de las placas de homenaje que hay en la calle de Ibiza de Madrid que no es de un intelectual falangista -¿oxímoron o no?- es la de Plácido Domingo, aunque al haber tenido el honor de cantar el Himno del Centenario del Real Madrid C. F. pueda calificarse sin problemas al tenor madrileño como facha, ya que la merengada, como todos sabemos, somos la mayor consumidora de camisas mahón del orbe, según el oficialismo de bicicleta y calimocho de hoy en día. Exactamente son cuatro de cinco, a saber: Agustín de Foxá, Ibiza 1; Carlos Ollero, Ibiza 6; Dionisio Ridruejo, Ibiza 33; y Adriano del Valle, Ibiza 34, que comparte portal con la del cantante; a las que habría que añadir la placa aprobada pero no colocada a Leopoldo Panero en Ibiza 35, por lo que en realidad serían cinco de seis.

Escribo esto con toda la rapidez que me permiten mis manos de diez pulgares porque quiero que estas líneas se publiquen, si los supertacañones de ÇHØPSUËY tienen a bien subirlas a su seguro servidor, antes de que las patrullas de las buenas maneras de nuestra provecta y entrañable alcaldesa retiren todas estas placas de la calle y le dejen más vacía que las estanterías de un supermercado de la Caracas bajo la bota chandalista de los últimos años.

Se me escapa la razón por la que todos estos vencedores acabaron viviendo en un barrio que, tras la Guerra Civil, era más un suburbio que otra cosa, no en vano la primera casa donde vivió mi padre tras llegar a Madrid de Galicia a buscarse la vida a comienzos de los años cincuenta estuvo en los primeros números de Sáinz de Baranda…

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Deconstruyendo el sulfato atómico

Texto publicado en ÇhøpSuëy el 19 de julio de 2015

Deconstrucción 1. Nadie sabe qué es deconstruir y yo tampoco. Para mí es romper una narración y montarla de otra manera, que normalmente es absurda pero el que la hace se cree el amo del mundo. La gran deconstrucción es la organización desde hace unos años de la colección de la Tate, donde ahora es más importante ser mujer, pintar cuadros morados o ser de Túnez que apellidarte Picasso. Gracias a ello, para colocar una sala con cuadros en los que salga una mosca sean del estilo que sean, del autor que sea, e incluso de la calidad que sea, nos hurtan —a cambio de inflar el ego del curador que cambia la narración canónica— las docenas de obras maestras de, por ejemplo, Matisse que atesora el museo londinense.

Deconstrucción 2. La estadística es otra manera de deconstruir, el fijarse más en los números sin alma para valorar algo que en lo que de verdad trata lo que estás viendo o haciendo. Ejemplo: la mitificación de la posesión en el fútbol. El sulfato atómico es la primera historieta larga de Mortadelo y Filemón y, quizá por ello, el agente de información vestido de negro que tanto ha inspirado el outfit de Karl Lagerfeld solamente se disfraza doce veces en las cuarenta y seis páginas que tiene la narración (troglodita, bocadillo, avestruz, militar, albañil, indio, sij, músico, pescador, atleta, armadura, yogui, otra vez atleta, árbol y de nuevo troglodita) estando en dos ocasiones seis páginas sin disfraz. Increíble.

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El anarquista enamorado, 6: La exposición de arte a la que no quiso ir El Druida

Texto publicado en ÇhøpSuëy el 22 de abril de 2015

Frente al espejo al final del pasillo se puso su americana marrón, la de ligar, dijo su típico “It’s showtime!” como hacía Roy Scheider en All That Jazz y salió de casa hacia la galería de arte donde inauguraba una exposición el pintamonas del cuñado de su amiga Ana, de quien esa misma mañana había recibido tres mil mensajes llenos de “porfa, porfa, ven” con docenas de emojis de cacas y flamencas entre medias. Aunque tangencialmente era del mundillo y seguro que conocía a casi todos los asistentes, en este tipo de eventos siempre se sentía tan perdido e incómodo como Peter Sellers en El Guateque, pero se iba a acercar porque siempre había sido incapaz de decir que no a una mujer y menos a Ana, a quien conocía desde el día en que Tassotti le rompió la nariz a Luis Enrique y tuvieron que salir corriendo de Bodegas Rivas, donde estaban viendo el partido apretados como sardinas en lata, en pandillas separadas pero con algún contacto en común, para que no les pegara un sopapo un energúmeno enfurecido tras descubrir que estaban descojonados brindando a la salud del romano en la barra del bar.

El plan estaba bien, tomar unos vinos y ver algo de pintura con Ana, aunque ponían Stress es tres, tres en 8madrid TV esa noche y quería volver a verla. A pesar de ser mucho más refractario a estos eventos aún que él, esperaba que estuviera Miguel, a quien sus colegas de la facultad llamaban El Druida, quien había sido el nexo de unión entre los dos grupos de amigos de aquel partido de la Selección y que se había casado con Ana al cabo de varios años. 

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El hombre perdido, Ramón Gómez de la Serna (Editorial Poseidón, Buenos Aires, 1947)

Texto publicado en ÇhøpSuëy el 19 de abril de 2015

Un año antes de que Ramón publique Automoribundia, la mejor autobiografía de la historia de la literatura, se edita El hombre perdido, que es la mejor novela escrita en español en el siglo veinte, aunque ambos libros en realidad sean uno.

Es fácil imaginarse a Ramón escribiendo Automoribundia de noche en su despacho en Buenos Aires mientras se proyecta astralmente y vaga por la ciudad buscándose a sí mismo, viviendo su novela entre nieblas y mujeres, buscando refugios donde pasar las noches, discutiendo con berenjenas, huyendo con humor de su cáncer y de sus tristezas, de sus miedos. Con el mapa en blanco, como todo hombre perdido.

El hombre perdido es “el café al que ir cuando nos horrorizan todos los cafés”. Háganse el favor de leerla si se la cruzan, que Ramón y esta novela lo merecen.

El almendro y la espada

Texto publicado en ÇhøpSuëy el 7 de enero de 2015

El almendro y la espada

Mi memoria de berberecho hace que no recuerde la causa por la cual comencé a colaborar en el desaparecido y espectacular blog La biblioteca fantasma. Imagino que fue esa indiscreta llamada Twitter la causa, aunque más que la red del pajarraco azul, ésta sería mejor los gustos literarios que comparto con el autor. Alguno de los dos comentaría algo sobre Mauricio Amster, Helios Gómez o alguien por el estilo y tras un intercambio de banderines del tipo Hércules-Botafogo en algún torneo veraniego acabé escribiendo para él de libros, que son de las pocas cosas que me gustan de verdad en este mundo, aunque últimamente esté en una sequía lectora alarmante. Sin mucho que aportar a la temática principal del blog escribí un par de pequeños textos sobre dos de mis manías librescas: El ilustrador Pierre Le-Tan, de quien hablé sobre un libro de dibujos de París con prefacio de Modiano, y Galicia, reseñando en este caso una vieja novela de contrabandistas fronterizos de los años cuarenta, libro del que mi padre me había hablado millares de veces. Escribí un tercer texto sobre un poemario de Foxá, menos personal que los dos primeros, ya intentando escribir de libros y no de mí, pero el blog se cerró cuando mis cuartillas estaban en imprenta y quedaron desde ese día hibernando en Google Drive hasta que la sequía antes mencionada ha terminado extendiéndose de mis ojos a mis dedos y ahora también ando de huelga de bolis caídos.

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Verdadera biografía de Claudino

Texto publicado en ÇhøpSuëy el 15 de octubre de 2014

claudino

Ramón Gómez de la Serna escribió las mejores biografías que se han escrito nunca en nuestro idioma con su divina verborrea y unas pocas anécdotas de las personas a las que quería homenajear en sus libros. En realidad eran autobiografías simuladas, ya que Ramón hablaba siempre sobre él, un poco como hacemos todos, solo que el madrileño batió el récord del mundo al hacerlo a lo largo de los millones de libros que escribió. Por otro lado, las revistas del corazón más clásicas, como Heart and Lung, Qué me dices!, JAHA o la Maribel que usaba la madre-cloaca de Martín del Castillo como Crítica de la razón pura, se inventan prácticamente todo lo que dicen de las personas que salen en sus páginas; se podrían escribir delirantes biografías de cualquier famoso con datos sacados de ese tipo de publicaciones. Luego, y en el fondo quizá no tan lejanas a las anteriores, están las biografías serias que se marcan tranquilamente capítulos de treinta y siete páginas en los que únicamente se analizan las carcomidas facturas de la leña y de pigmento verde que pagó El Greco en octubre de 1604, encontradas por el autor en un archivo de Benalmádena. En fin, no sabemos nada de nadie; ya lo decía Cristina Lliso: Así que le hablé de mí mientras bailaba, de lo poco que sé de mí.

Con estas excusas de arriba me parece que escribir una biografía de mi vecino Claudino contando solamente tres anécdotas de su vida, en las que además él no es más que un figurante…

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Eso… ¡Sí tocarlo!, de José Luis Moreno

Texto publicado en ÇhøpSuëy el 9 de julio de 2014

Ni tocarlo

El libro que reseñamos en esta nueva sección del fanzine on the rocks ÇhøpSuëy dedicada a clásicos olvidados de la literatura española es una de esas joyas que todo bibliófilo desearía tener en su biblioteca. Prácticamente inencontrable, los pocos ejemplares que se pueden rastrear por Iberlibro alcanzan el escalofriante precio de 1,61€ más gastos de envío. El que atesoro en mi colección fue un regalo de uno de mis exquisitos y adinerados enemigos, ya que pese a mi más que saneada economía nunca he tenido bajo mi colchón dinero suficiente como para meterme en una inversión del calado arriba mencionado.

“Eso… ¡Sí tocarlo!” fue publicado en 1978 por la editorial barcelonesa De Vecchi, que felizmente sigue activa y tiene entre los libros más vendidos de su catálogo maravillas como “Menús de táper”, “50 modelos de papiroflexia” o “La dieta inteligente para runners”, referencias tan relacionadas en el fondo y en la forma con el legendario libro de José Luis Moreno.

En Vainica Doble (Ediciones Júcar, Gijón, 1983), el libro que Fernando Márquez escribió sobre aquellas dos brujitas buenas -con minúsculas, que con mayúsculas solamente hay una Brujita Buena-, decía Jaime de Armiñán de ellas que eran “algo así como un lujo que no nos merecemos, como tampoco nos merecimos a Quevedo o al Arcipreste de Hita”. Lo mismo podemos decir de José Luis Moreno.

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Paris de ma jeunesse

Texto publicado en La biblioteca fantasma el 7 de octubre de 2012

Me gusta entrar a cotillear en las librerías de viejo aunque no suelo comprar mucho libro antiguo. No sé si es el tacto o el olor que luego te queda en las manos, pero casi siempre prefiero un libro nuevo a uno usado. De vez en cuando sí que me regalo a mí mismo algún libro deseado, como este año por mi cumple que me regalé Madrid visto por un pintor de Gabriel García Maroto. Mi víctima hace un par de años fue Paris de ma jeunesse (Aubier, 1988) del ilustrador francés Pierre Le-Tan.

No sé muy bien cómo llegué a este libro, imagino que todo vendría de la exposición que le hizo José Carlos Llop en el Reina Sofía en 2004 que me dejó colgado de este artista. Si a esta exposición le añadimos que el libro trata sobre París -ciudad que no conocía hasta hace diez años y lugar estos últimos tiempos de varios de los momentos más felices de mi vida- y que el prefacio está escrito por Patrick Modiano (¿Quién llegó antes, Modiano o Le-Tan? ¿Tuvo algo que ver Francoise Hardy en todo esto? Tampoco lo recuerdo) hizo que buscara periódicamente el libro por internet hasta que hace un año lo encontré en una librería suiza y lo compré.

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Mientras llueve en la frontera

Texto publicado en La biblioteca fantasma el 9 de julio de 2012

Este libro forma parte de mi vida ya que mi padre me habló de él cientos de veces, he recorrido todos los caminos en los que se desarrolla la acción y lleva desde siempre en la biblioteca de mi casa. Imagino que es una de las pocas novelas que se desarrollan en el pueblo donde nacieron mis padres, La Guardia (Pontevedra), lo que hacía que para mi padre fuera uno de sus libros de cabecera después de las docenas de libros sobre Billy el Niño y Carlitos Gardel que atesoraba. Ahora me lo acabo de leer para escribir estas mis primeras líneas en este blog sobre libros olvidados y otros escritos. Poco puedo contar sobre el libro, editado en la Colección Gigante de Luis de Caralt en 1957 y escrito un año antes en Madrid por el General de la Guardia Civil y antiguo General de la División Azul Ángel Ruiz Ayúcar, no creo que exista una segunda edición. Más no puedo decir ya que libro y autor están completamente desaparecidos.

Historia sobre el estraperlo y las fronteras permeables entre España y Portugal en los cincuenta, puede que la novela sea raquítica, que esté merecidamente olvidada y a mí me pase exactamente como a mi padre, al que seguro que le gustaba porque hablaba de la Marina, del Pasaje o de Caminha, pero la narración, a pesar de algunas partes demasiado corales que hacen pensar más en un libro de cuentos entrelazados que en una novela en sí, un poco a la manera de El bosque animado…

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