Texto publicado en PopMadrid el 5 de noviembre de 2007
Hace muchos años mi amiga Teresa me llamó por teléfono, estaba en una farmacia de mi barrio y al lado de donde tenía el coche aparcado había un contenedor de obra donde habían tirado libros y revistas, entre las revistas había un buen montón de La Luna, la mítica revista de la Movida Madrileña. Me fui para allá con una bolsa, nos repartimos las revistas y nos tomamos unas cañas. Todavía tengo las revistas.
El otro día fui a ver a la Biblioteca Nacional la exposición «La Luna de Madrid y otras revistas de vanguardia de los años 80», que en un sotanillo te enseña un montón de portadas de la revista y unas cuantas fotos y dibujos.
¿Es PopMadrid uno de los herederos de La Luna ahora que internet ha acabado con las revistas y los fancines?
Yo creo que sí es uno de los herederos. Es cierto que La Luna, con otra línea, hablaba de mucho más que de música, aunque hablaba mucho de música; pero PopMadrid también además de tratar sobre música, trata de sus alrededores: Iván escribió sobre Josep Pla o Don Luis Buñuel, Álvaro de la fabricación de vinilos o de internet, luismr de festivales de cine o de la seguridad social de Suecia, petitcomite de los sonidos del metro, ficusín de libros, y hasta hubo un tipo que escribió sobre la homosexualidad en el Chile de los ochenta.
Comencemos, pues, la campaña para que le den a PopMadrid cualquiera de los siguientes premios, el Premio Nacional a la Mejor Labor Editorial Cultural o el Premio Nacional de Música.
El primer disco de este quinteto malasañero es un disco de pop-rock español, muy variado, que cruza sin complejos de lo manchesteriano a lo indie o de la psicodelia setentera al electropop, todo ello recubierto de guitarras y maquinitas y con una temática única -a la manera del ”Ziggy Stardust”- de naves espaciales, futuro opresivo, ciudades y soledad; en definitiva, «Blade Runner».
El cuarto disco de Refree es un disco de pop oculto tras un tenue manto de jazz que lo recubre por completo, ya que Raül Fernández se ha hecho acompañar por el grupo de jazz The Sweet Cut, consiguiendo un disco tan intemporal como bello y tan cosmopolita como personal.
Escuchando ayer el muy fallido disco de homenaje a Los Nikis, ”Diez años en Sing Sing”, le tocó el turno a la versión por parte de La Amenaza Amarilla del clásico Los niños del Brasil. Me di cuenta de que la canción la cantan Josef Mengele y Simon Wiesenthal, y me puse a pensar en otras canciones que estuvieran cantandas en primera persona por algún personaje histórico o literario, y tras pensarlo mucho solamente pude sacar cinco (incluso pedí ayuda a un par de zoquetes para rellenar un poco más el post pero nada). A ver si alguien se sabe alguna más. Las cinco que tengo son:
Quique González ha vuelto, más moderno que nunca, es decir, más clásico. Con un sonido espectacular, los tres primeros discos de Quique parecen a años luz estilísticamente de este disco nuevo, que, guiado por la omnipresente llama de Wilco, logra presentarnos su mejor colección de canciones.
En el número de abril del Bulletin of Science, Technology & Society he encontrado un interesante artculo de Richard Stivers, profesor de sociología de la Illinois State University llamado «Vulgar Music and Technology», en el que el profesor Stivers defiende la pobreza intelectual de una sociedad tecnológica que malgasta su tiempo puerilmente escuchando rocanrol, rap y heavy.
El tipo de música que hace Xabel Vegas parece que pide canciones largas, y las cinco canciones que componen ”Canciones sobre traiciones y mentiras” lo son. Canciones largas pero que no aburren. Canciones sobre traiciones, como la que abre el disco, Nuestra sociedad secreta, que creo que es la mejor, la que con más rabia está cantada, y sobre mentiras, como la segunda, Simpatía por el débil, que o yo no entiendo nada -lo que es cierto- o es la canción que le gustaría cantar a Bono -haciendo de Mabel Karr– en un remake de Las Chicas de la Cruz Roja, si lo hubiere.
Leo en El Mundo que The Times ha elaborado un listado de las letras más incomprensibles del rocanrol, siendo los tres primeros puestos para lumbreras como:
El viernes me pasé por la pelota roja de Nouvel para ver al grupo noruego de música electrónica Alog. Nunca los haba oído y no sabía qué iban a hacer. Al entrar y ver los instrumentos colocados en el escenario ya se daba uno cuenta de que el concierto no iba a tener nada que ver con lo que uno supone que tiene que ser un concierto electrónico; menos un par de ordenadores, el resto de los instrumentos -un órgano desvencijado, una guitarra, un ukelele, una radio, y distintos xilfonos y vibráfonos caseros hechos con viejos altavoces- eran de madera.