Texto publicado en ÇhøpSuëy el 8 de junio de 2016

El sábado 21 de mayo se celebró el Día Mundial de la Migración de los Peces, que los ingleses pronuncian WFMD -no confundir con la conocida onomatopeya que usan los dibujantes de tebeos lituanos cuando muestran a alguien que intenta hacer un globo con un chicle- y desde esta su revista que tanto les aprecia felicitamos a todas las sardinas en aceite, en escabeche y de chocolate en su día grande. Para celebrar este World Fish Migration Day vamos a ocuparnos brevemente, como si nos paseáramos por un museo de filatelia, de los más curiosos casos de migraciones acuáticas de esos entrañables animales con escamas y branquias llamados peces. Porque los peces son animales, por mucho que los crueles vegetarianos-pescatarianos los traten como si no lo fueran y los devoren. No sé qué tendrán que decir sobre esta desustanciación los alegres chicos del PACMA.
Igual que los siempre talluditos miembros de un sindicato de estudiantes, los osos de Alaska esperan pacientemente con la boca abierta a que la comida les caiga en sus fauces sin tener que hacer nada…
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La única de las placas de homenaje que hay en la calle de Ibiza de Madrid que no es de un intelectual falangista -¿oxímoron o no?- es la de Plácido Domingo, aunque al haber tenido el honor de cantar el Himno del Centenario del Real Madrid C. F. pueda calificarse sin problemas al tenor madrileño como facha, ya que la merengada, como todos sabemos, somos la mayor consumidora de camisas mahón del orbe, según el oficialismo de bicicleta y calimocho de hoy en día. Exactamente son cuatro de cinco, a saber: Agustín de Foxá, Ibiza 1; Carlos Ollero, Ibiza 6; Dionisio Ridruejo, Ibiza 33; y Adriano del Valle, Ibiza 34, que comparte portal con la del cantante; a las que habría que añadir la placa aprobada pero no colocada a Leopoldo Panero en Ibiza 35, por lo que en realidad serían cinco de seis.



