Texto publicado en PopMadrid el 30 de enero de 2009
Solamente ocho canciones nos regalan Espanto en su segundo disco, «Ísimos», ocho canciones que si soplas desaparecen, se deshilachan, pero esa fragilidad no es problema ya que nadie
sopla, todo el que escucha este disco aguanta la respiración, estupefacto ante la sorpresa continua que provocan las canciones.
«Ísimos», que casi se llama como una de las obras maestras de Ramón, «Ismos», tiene mucho de ese humor medio negro medio blanco pero siempre deslumbrante del grafómano madrileño, fijándose en las cosas más pequeñas desde las perspectivas más insólitas. Canciones como La cotilla, con geniales imágenes más que de perdiz de codorniz, o ese hit demoledor que es El último día de las vacaciones, tan cruel como romántico, la mejor canción del disco, un clásico para toda la vida, una canción que vale por todo un disco. «El último día de las vacaciones nos dimos un beso en condiciones, y dos pulseritas con nuestros nombres que habías ganado en los coches de choque».
Guitarras acústicas, raquíticas, pianos de juguete, órganos subacuáticos, coros apagados, y la estupenda voz de Teresa que narra con descaro y ternura historias tan cercanas como A ver si nos vemos, sobre un encuentro entre dos amigos que no se ven hace tiempo, algo que todos vivimos cada día pero nadie había cantado. «Que si te has casado, que si tienes hijos». El horrible mundo Facebook.
Si desde hace diez años todos los grupos españoles suenan a Vainica Doble, Espanto no podían ser menos, y no sólo eso, si no que son los que mejor han entendido a aquellas dos geniales señoras, bordando un disco que no puede ser más bonito, y del que solamente esperamos que los señores, los héroes de Birra y Perdiz pongan sus computadoras a tostar sin parar cederrones de «Ísimos». Sería una pena que un disco tan brillante no pudiera encontrarse fácilmente.
«El último día de las vacaciones, la puta maleta no cabe en el coche».