Texto publicado en PopMadrid el 1 de noviembre de 2006
La Guindalera es el pequeño barrio dentro del Distrito de Salamanca de Madrid donde están las oficinas de PopMadrid. Lo roquero en La Guindalera tiene varios puntos clave -tampoco es que sea Malasaña, que quede claro-. Empezando por lo desaparecido, lo más importante serían la históricas oficinas de DRO en Francisco Remiro y casi puerta con puerta, las oficinas de La Luna de Madrid, mítica revista de La Movida. En el solar que ahora ocupa la Iglesia de San Bonifacio estaban los Jardines Virginia con baile en los años 50 y 60, en los 80 había un local dentro del Colegio Menesiano llamado El Antro, donde los Hombres G reinaban (o los heavies Simulacro, grupo de mi hermano Rafa), y de los que quedan sus intrumentos colgados en el Rowland, pub cercano y activo con una selección musical excelente. También está el Barracudas sustituyendo al desaparecido Tryffus con mucho punk-rock (por lo menos la última vez que fui), y el muy powerpopero Any Trouble sobre el antiguo Guaca. Por Cartagena estaba el MadridSaurus, y muy cerca está Ritmo y Compás como sala polivalente (había otras salas de ensayo en Eraso donde ensayaba mi hermano Carlos sus versiones de Matthew Sweet). También está muy cerquita Eurosonic, el estudio de música, y la tienda de instrumentos ArdeMadrid, y DiscoBarsa tenía sus oficinas en Ardemans. El bailarín Antonio, icono pop, tuvo su estudio en la calle Coslada, estudio que sigue llamado ahora Scaena.
Pero lo más extraordinario de todo es lo que hay justo cruzando sus fronteras:
- Norte: Cruzando la Avenida de América, el Rock-Ola, con el Marquee en sus bajos, donde tocó toda la Nueva Ola. El Wild Thing está bajando la calle. También un sitio del que no recuerdo el nombre, donde vi hace años a The Volatiles en directo.
- Este: Cruzando la M-30, cerca de donde apareció Dinero, el Canci, genialmente recordado por popkid en estas páginas, sala donde sonó lo más duro de Madrid durante años.
- Sur: Cruzando la calle de Alcalá, en la calle Fundadores, el Club Mónaco, donde además de todos los grupos pop españoles de los 60, tocaron The Animals en 1965 en un histórico concierto del que parece que no queda rastro. A 200 metros del Club Mónaco, y con Torrebruno de telonero, The Beatles dieron su famoso concierto de Madrid. El local del Club Mónaco años después fue la Sala Universal, tras haber cerrado la que estaba en la plaza de Manuel Becerra, y de la que ahora solamente queda en pie su fantástica fachada racionalista. (Gracias a Pedro por el dato del Club Mónaco).
- Oeste: Cruzando Francisco Silvela la Sala Jácara, de la que aún queda un cartel en la calle General Pardiñas, donde todos los que sobrevivieron al Rock-Ola tocaron en los años 90, donde se despidió Nacha Pop.
Si uno traza una lnea Rock-Ola-Club Mónaco y otra Canci-Jácara, el punto de unión de estas dos líneas son las oficinas de PopMadrid en la calle Méjico, calle donde había en los 60 una tienda de discos, y donde quizá mi padre compró alguno de sus discos de Gardel.
Pablo Pérez-Mínguez. Mi Movida madrileña. Fotografías 1979-1985
Alberto García-Alix. No me sigas… estoy perdido 1976/1986
Parade saca nuevo disco, «Todas las estrellas». El centro de toda la música moderna y popular está en Yecla, desde donde Parade, gracias a la electricidad con la que graba sus canciones, salva al mundo de su destrucción, y a nosotros de la mediocridad. ¡Klaatu barada nikto! Doce canciones, de las que cuatro (Determinista, Flora Rostrobruno, Miskatonic Universidad, Todas las estrellas) se pueden oir en la página de su disquera, la modélica Spicnic. Los temas de las canciones (Dios mío, casi digo ”la temática”) están contados por el mismo Parade en su blog, Sé positivo, acepta el silicio.
Ayer fui a ver un concierto de Raphael. Se presenta durante toda esta semana en Madrid, en el Teatro Gran Vía, y están agotadas las entradas hace unos días. El show, que luego gira por toda España, y que se llama «Cerca de ti», consiste en Raphael que interpreta su inmenso -por extenso e intenso- repertorio solamente acompañado por el pianista Juan Coacci, un par de sillas para que Raphael se lo pase bien haciendo el tonto, y un clásico fondo negro.
Ayer viernes fui a ver a The Lucksmiths al Barbarella Club, y me lo pasé en grande. El concierto ya lo ha comentado el cofrade ficusín -este hombre cambia más de nombre que la gran Tamara/Ámbar/Yurena– nada más y nada menos que a las 3 de la mañana, a las dos horas de acabado el concierto. Estoy de acuerdo en todo con él.
De las 36 entradas que hay en Google sobre Domingo y los Cítricos, en unas 15 sus discos están a la venta, y el resto son citas tangenciales al grupo, que si lo nombra Nacho Vegas en una entrevista, que si un bloguer argentino lo nombra en un listado, todo así. El otro día los nombraba Jomi en el post de
El otro día fui a ver a Airbag en un minifestival organizado por la Asociación Cultural Xieiro en la localidad pontevedresa de La Guardia, el festival era durante la semana de fiestas dedicadas a Santa Tecla, y se celebró en la cantera de Santa Catalina, justo debajo del barrio de San Cayetano, para que luego traten de laicificarnos.
El cuadro, expuesto en la Galera Vandrés en 1979, representa la salida de un concierto en el Nuevo Ateneo de Kaka de Luxe y Los Zombies, según cuenta el autor, Guillermo Pérez-Villalta, en un texto del catálogo de la exposición reproducido en «Sólo se vive una vez», el libro de conversaciones de José Luis Gallero, editado en 1991 por Ediciones Árdora.
El último libro de Víctor Coyote, «Cruce de perras y otros relatos de los 80», editado por Visual Books este año 2006, además de un muy bonito homenaje a Poch, en el que en vez de transfigurarse en axolotl lo hace en mosquito, y algún otro, como uno que refleja muy bien -aunque la historia no me guste nada- la caspa de las tribus de los ochenta con un relato sobre una pandilla de rockers, tiene un descacharrante cuento de ciencia ficción en el que en el año de Nuestro Señor de 2036 le dan el premio ”Carneiro de Oro por la labor de toda una vida dedicada a la recuperación y renovación de la música latina en la Comunidad Europea” a Santiago Auserón.