Texto publicado en PopMadrid el 10 de mayo de 2008
Con ”Diska” Bombones juegan a la yenka con la historia del rocanrol, saltando de década a década, de género a género, sin ningún tipo de pudor, como quien lava, fumando. Pero lejos de ahogarse en ese batiburrillo, que en una primera escucha podra hacer que ”Diska” pareciera un zumo hecho de los discos de un cajón de La Metralleta, esto es, todo caos y desorden, Bombones muestran una perfecta unidad en las canciones del disco, que, si nos fijamos en su portada, serían como los seiscientos, todos del mismo modelo (Modelo Bombones), pero reflejando ese arcoiris de géneros y estilos en los diferentes colores de los coches.
Empieza el disco con una de las mejores canciones, como debe ser, Las flores del mal, una conjunción de rock y soul rápido, con un teclado chicloso -que sobrevuela todo el disco-, que avisa muy bien de por dónde van a ir los derroteros de ”Diska”, para seguir con El acento invisible, una bella canción de esa psicodelia de juguete que borda Pigmy, llena de coros ululantes, en la que sorprenden los vientos finales y que cuenta quizá con la letra más interesante de todo el disco. Antes de la cesura que en el disco provoca el instrumental un tanto machacón llamado Les enfants, todava hay tiempo de disfrutar de ese ejercicio de actualidad pop británica que es Comando B, que imagino grabaran con sus pantalones pitillos puestos.
Tras ese instrumental llega la segunda parte de esta ópera cósmica, plena de naves espaciales, que empieza con A otro lugar, cantada como flotando en el espacio y mucho más carnosa que ejercicios similares de astropop, aunando coros Beatle y humor del estilo de aquella fantástica versión de Sigue Sigue Sputnik que Meteoro bordaron hace años. Salta entonces el disco hacia cosas como Van-Halen con Laser a go-gó, cuya letra parece una actualización del Divina de Radio Futura, encajando de ese modo a T-Rex como una de las piezas clave del puzzle que es ”Diska”.
Arsénico por compasión sobresale también del resto del disco por la forma en que está cantada, o casi recitada, al modo de Domingo y los Cítricos, por los magníficos coros, por esa percusión frenética, y por ese final surfero, que hace de esta canción la mejor del disco, trono que comparte con la siguiente canción, Pienso intoxicarme, que, bajo la advocación de Scissor Sisters, y con unas guitarras y unos vientos perfectos, hace imposible no bailar con ella. 10 sobre 10 para Pienso intoxicarme.
Tras el rollete Dragonette de la canción que da título al disco, ”Diska” se cierra con otra grandísima canción, A ras de cielo, quizá la más melódica, power-pop y compacta de todo el disco, con un estupendo órgano catedralicio en modo histórico, y que hace que la nota que merece este disco de Bombones sea la más alta posible.