Texto publicado en PopMadrid el 4 de enero de 2009
Con un poco de retraso me he hecho con ”En la oscuridad”, el segundo disco de Zola, grabado en 2006 y editado en 2007 por Discos de Paseo (y tengo que conseguir la última referencia de la disquera, Zona Negativa, que me gustan bastante bastante). El primer disco de Zola, ”Siete maletas”, lo tuve de cabecera durante unas semanas allá por el año 2003, y ”En la oscuridad” ha sido, con el nuevo de Las Escarlatinas, el disco que más he oído esta Navidad.
Nuria y Gabi siguen llevando las riendas del grupo, y la voz de Nuria es la clave de la personalidad del grupo, llena de melodías melancólicas y afrancesadas, quebradizas, con aromas de ”Entresemana” y de bossa antigua, Francis Lai en los setenta, donde la oscuridad del título del disco es más bien penumbra y el polvo iluminado por los rayos de sol que entran por las persianas en un domingo a la mañana.
”En la oscuridad” es un disco lleno de canciones preciosas, que creo que ha pasado demasiado desapercibido; canciones como Ayer o Cercanías RENFE permanecen en la cabeza de uno durante mucho tiempo después de haberla oído, y reaparecen en mi pensamiento mientras hago cola en El Corte Inglés para pagar un Tintin de Reyes para mi sobrino, igual que obsesionó durante un tiempo a mi madre Esta tarde vi llover, que no se le salía de la cabeza y se agobiaba, y que en la versión que tengo en un single de Chris Montez tanto tiene que ver con Zola.
”Fue divertido, pero ya sabes, es mejor que no me llames, me dijiste al marcharte, y otra vez lo has vuelto a hacer”.
Imagen de Discos de Paseo.
Cuando todo se junta para que un concierto sea un éxito, la mayoría de las veces suele serlo. Así que si juntas a un público entregado que canta y se sabe de memoria todas las canciones de un concierto, que juega a adivinar antes que sus amiguitos cuál es la siguiente canción por el primer acorde que suena (como unos plastas que tenía detrás), con un repertorio elegido por los asistentes al concierto votando en la página de red del músico -repertorio que ya cubre media docena de discos-, con una banda muy compenetrada y un protagonista tan tímido como carismático, con una sala acogedora -a pesar del guardarropa- con un magníco sonido, y con las fechas navideñas, si no tienes un éxito no tienes perdón de Dios.
Cuatro años han pasado desde «El turismo», el primer disco de
Son la revelación del año, no hay duda. Y eso que Klaus & Kinski han hecho el mejor disco de los años noventa de la historia del rocanrol español. Poco importa que estemos a 2008 y
En mi última excursión por MySpace, que es la página con el diseño más feo de la historia de internet, desde la página de Corazón, donde estaba escuchando las nuevas canciones subidas, me he puesto a cotillear en sus amigos (solamente tienen 11 destacados) y he dado a un tal Pipirigallo, del que no tenía noticia y del que solamente tengo ahora sus preciosas canciones en español, portugués e inglés, ya que no he encontrado nada sobre él por la red.
A la avalancha de biopics roqueros que nos acechan, Serge Gainsbourg, The Runaways y Bon Scott, se une la del pianista del candelabro, el genial y repulsivo Liberace, que según parece estaría interpretado por Michael Douglas. En un primer momento puede chirriar la elección, pero cada segundo que pasa me parece mejor para el papel.
La gran novedad de este fantástico tercer disco de los catalanes Les Philippes es el cambio de idioma, que, aunque apuntado en su anterior disco, en «Odisea Ultramarina» ya inunda completamente los surcos del disco. Lo que no cambia es la calidad de las canciones, que sigue siendo notable y en aumento.
Josele tiene una trayectoria tan impecable y está ya tan de vuelta de todo, que parece que cualquier cosa que saque se aprueba sin más por la multitud de fans que idolatran al músico malasañero. Pero es que la calidad de su obra nunca llega a rozar un nivel de emergencia por baja calidad, quizá solamente su anterior disco, ”Garabatos”. En ”Loco encontrao” vuelve a estar en el nivel estratosférico de antaño.
Este disco es la sorpresa del año. Tras lo desértico de sus últimos discos, se nos planta Christina Rosenvinge con un tratado pop del que prácticamente no se puede descartar nada. ”Tu labio superior” pasa de un género a otro y Rosenvinge pasa de un registro a otro sin dejar de clavar en el centro de la diana ningún dardo.