Texto publicado en PopMadrid el 24 de abril de 2009
Disco inesperado por quienes ya pensaban que La buena vida se habían extinguido y esperadísimo una vez salió la noticia de su salida, y mucho más cuando tras la retirada de Irantzu decidieron seguir sin cantante femenina pasando Mikel denitivamente al primer plano (no como sus demoníacos sosias que sí que buscaron a una sustituta), «Viaje por países pequeños» no defraudará ni a quienes se acerquen por primera vez a la exquisita música de los donostiarras ni a los muy cafeteros e irreductibles seguidores de la banda.
Tres canciones forman este aperitivo de un prometido elepé, y ese escaso minutaje a lo mejor ayuda a no echar de menos a la señorita Valencia, aunque los coros iniciales de la estupenda versión de Poch que da título al disco le pongan a uno los pelos de punta por su similitud con muchos coros de los que ella hacía. La versión es muy respetuosa, dándole el inevitable barniz melancólico que Mikel con su terciopelo da a todas las canciones que canta, pero quitando casi toda la retranca que Poch, Marqués del Tendedero Alto y Bajo, ponía en todo lo que hacía, y el descaro de Coral de Aerolíneas Federales en los coros.
Las otras dos canciones, de cosecha propia, transitan por terrenos conocidos, por lo menos la primera, Año bisiesto, un poco vista y apresurada. En cambio la última canción, Puede que hoy sea el día, mucho más acancionada, cincuentera y soulera, Mikel de crooner relamido y acartonado se crece, ayudado por los vientos y algunos dedos que se pasean en el piano, logrando un nal de canción inmejorable.
«Viaje por países pequeños» es la vuelta, con la clase de siempre, de un grupo atemporal que nunca falla, aunque se le desprenda un iceberg que parecía unido por el corazón al grupo, y que sigue tocando canciones bonitas como lo vienen haciendo desde hace veinte años.