Lección magistral de Sr. Chinarro

Texto publicado en PopMadrid el 11 de abril de 2008

Tras unas cañas y unas tapitas en La Musa de Espronceda bajamos una amiga y yo al Colegio de Médicos a asistir a la presentación de ”Ronroneando”, el nuevo disco de Sr. Chinarro. Como llegamos justo a la hora de comienzo nos sentamos, como alumnos conflictivos, al final de la clase; además, mi bellísima acompañante había tenido la traumática experiencia de ver dos veces anteriormente a Sr. Chinarro en concierto, y preferimos estar un poco alejados, como críticos ya de vuelta. Yo nunca había visto al músico sevillano.

Cual fue su sorpresa al darse cuenta de que distinguía perfectamente lo que Antonio Luque decía, así que en la segunda canción ya estaba moviendo las rodillas y tarareando las canciones. Sr. Chinarro tiene un repertorio tan soberbio y está tan sembrado últimamente como compositor que puede echar mano solamente de sus últimos dos discos y regalarnos más de quince obras maestras sin despeinarse, y eso es lo que hizo.

Un concierto agradable, con un sonido perfecto, que solamente contó con la sorpresa del par de canciones interpretadas por Antonio con su acústica en medio del concierto, ya que al guitarrista –Jordi Gil, muy ajustado a las canciones y con brillantes posturitas muy de agradecer, dado el hieratismo faranico de Luque- se le rompió una cuerda, con lo que Luque nos regaló una más que emocionante El alfabeto Morse, que luego repitieron como último o penúltimo bis. El resto del concierto, genial, pero cómo no puede ser genial un concierto si escuchas Esplendor en la hierba, Del montón, Ángela, El lejano oeste, o la perfecta La canción de G.G. Penningstone (dedicada por mí a Martina, la hija de mi amigo Santi, que ha nacido hoy), y canciones que serán obras maestras, si no lo son ya, como Los Ángeles, El Gran Poder, o la ya mencionada El alfabeto Morse. Nunca lo había visto y me pareció buenísimo. Repetiré.

Al salir, la gente en los bares abrazada, el Getafe había marcado su tercer gol. Minutos después, mientras esperaba el autobús para casa, un tipo hablaba por teléfono del empate alemán en el último minuto, y recordé a medias la canción de Sr. Chinarro:

”Aunque ya nada pueda devolver la hora del esplendor en la hierba, de la gloria en las flores, no hay que afligirse. Porque la belleza siempre subsiste en el recuerdo…”

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