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Sr. Chinarro ”Ronroneando” (Mushroom Pillow, 08)

Texto publicado en PopMadrid el 12 de abril de 2008

Para cualquier músico la tarea de superar la obra tenida por todos como su obra maestra requiere mucho tiempo. Sr. Chinarro presenta su nueva obra, ”Ronroneando”, tan solo unos meses después de sacar esa obra cumbre, ”El mundo según”, y logra, con su perenne lucidez, quizá no llegar a la perfección de su anterior disco, pero sí mantener el nivel de composición en las once canciones que lo componen. Canciones que van por los mismos caminos de siempre, quizá en una estación menos primaveral que en anteriores obras, resultando así un disco mucho más triste y desolado que otros, aunque lo alegren los ribetes populares ya clásicos en las composiciones de Antonio Luque.

Comienza el disco con una de sus joyas, Los ángeles, demoledora canción que completa el triángulo de canciones de miedo al abandono y ruido de la puerta al irse con otras dos obras maestras ajenas, Aunque tú no lo sepas, de Enrique Urquijo y Nada debería fallar de La buena vida. Con frases como ”Estaba muerto de miedo y cantaba” o ”Y vi la vida mejor y no me gustaba” Sr. Chinarro celebra la derrota como pocas veces se ha escuchado, celebración que pasa a ser glorificación en Los amores reñidos, tercera canción del disco, donde la guitarra de Jordi Gil dramatiza más todavía la rabia con la que Luque canta al amor, en una postura muy cercana a su amigo J de Los Planetas, rey en esas cuestiones. Otras canciones que van por ese camino pop, el mejor de Sr. Chinarro, serían Anacronismo, con las mejores guitarras del disco y frases tan geniales como ”No me digas que voy muy deprisa, que los poemas que te mando son de risa”, que muestran a Luque ya con ganas de ligar tras los fracasos de las primeras canciones, o La resistencia, casi al final del disco.

Sobre la mitad del disco aparece El Gran Poder, lenta, emocionante, desoladora, intensa, donde Sr. Chinarro se muestra como la cara oculta de Nacho Vegas, al igual que en A mano. Ambos genios no están tan separados como podría parecer, algo que se nota mucho más en las siguentes canciones, como San Antonio, en donde si Nacho Vegas fuera -que lo es- Víctor Manuel, Antonio Luque sería Carlos Cano, canción con aires de orquesta de pueblo de novela de realismo mágico, medio jazz latino, medio orquesta de pueblo, que tan bien interpretaron Radio Futura. Otra canción en la que aparece Carlos Cano sera El teórico, canción de tuna, ingeniosa, no más, pero para ingeniosos ya tenemos a Sabina, y de Sr. Chinarro queremos poesa. El ingenio es barato.

Acaba el disco, como empieza, con una obra maestra, El alfabeto Morse, cantada en un porche con polillas dándose contra las luces, como Firefly de American Music Club, que mezcla a Eitzel con la gran amargada del pop español, Cecilia, creando una canción de una belleza asombrosa, que pone final a ”Ronroneando” y lo hace estar, si no a la misma altura de ”El mundo según”, a esa altura en la que están prácticamente todos los discos de Sr. Chinarro, es decir, una cabeza por encima del resto de los discos que se editan en España durante un año.

Lección magistral de Sr. Chinarro

Texto publicado en PopMadrid el 11 de abril de 2008

Tras unas cañas y unas tapitas en La Musa de Espronceda bajamos una amiga y yo al Colegio de Médicos a asistir a la presentación de ”Ronroneando”, el nuevo disco de Sr. Chinarro. Como llegamos justo a la hora de comienzo nos sentamos, como alumnos conflictivos, al final de la clase; además, mi bellísima acompañante había tenido la traumática experiencia de ver dos veces anteriormente a Sr. Chinarro en concierto, y preferimos estar un poco alejados, como críticos ya de vuelta. Yo nunca había visto al músico sevillano.

Cual fue su sorpresa al darse cuenta de que distinguía perfectamente lo que Antonio Luque decía, así que en la segunda canción ya estaba moviendo las rodillas y tarareando las canciones. Sr. Chinarro tiene un repertorio tan soberbio y está tan sembrado últimamente como compositor que puede echar mano solamente de sus últimos dos discos y regalarnos más de quince obras maestras sin despeinarse, y eso es lo que hizo.

Un concierto agradable, con un sonido perfecto, que solamente contó con la sorpresa del par de canciones interpretadas por Antonio con su acústica en medio del concierto, ya que al guitarrista –Jordi Gil, muy ajustado a las canciones y con brillantes posturitas muy de agradecer, dado el hieratismo faranico de Luque- se le rompió una cuerda, con lo que Luque nos regaló una más que emocionante El alfabeto Morse, que luego repitieron como último o penúltimo bis. El resto del concierto, genial, pero cómo no puede ser genial un concierto si escuchas Esplendor en la hierba, Del montón, Ángela, El lejano oeste, o la perfecta La canción de G.G. Penningstone (dedicada por mí a Martina, la hija de mi amigo Santi, que ha nacido hoy), y canciones que serán obras maestras, si no lo son ya, como Los Ángeles, El Gran Poder, o la ya mencionada El alfabeto Morse. Nunca lo había visto y me pareció buenísimo. Repetiré.

Al salir, la gente en los bares abrazada, el Getafe había marcado su tercer gol. Minutos después, mientras esperaba el autobús para casa, un tipo hablaba por teléfono del empate alemán en el último minuto, y recordé a medias la canción de Sr. Chinarro:

”Aunque ya nada pueda devolver la hora del esplendor en la hierba, de la gloria en las flores, no hay que afligirse. Porque la belleza siempre subsiste en el recuerdo…”