Texto publicado en PopMadrid el 17 de enero de 2009
Creo que lo más sorprendente del concierto de Espanto, Lidia Damunt y Joe Crepúsculo ayer por la noche en Ochoymedio fue la cantidad de gente que había. ¿Tanto poder tiene el Rockdelux para atraer a la gente o realmente hay una escena underground que ahora de repente y asiste a un concierto de este trío de grupos tan off-off-Broadway?
Empezaron Espanto, con una actuación de menos de media hora. De los tres es el grupo con mejores canciones -con diferencia-, algo que hace que se aguante sin pestañear a una cantante bastante hierática -algo que es un elemento común en el indie hispano- y a un guitarrista sentado. Solamente con eso y con los ruiditos que hace con un aparatejo la cantante, Espanto construyen una actuación íntima y emocionante. Quedan ganas de verlos en un sitio más acogedor.
Siguió Lidia Damunt, a la que unos problemas con el sonido de su guitarra al principio hizo que el concierto fuera más rabioso si cabe. No se entendía casi nada de lo que cantaba, pero algunas canciones de su rocabili murciano fueron impresionantes, aunque todas seguidas las descubría poco variadas, y más con una instrumentación tan seca. No se me quita de la cabeza la imagen de Lidia yendo del camerino al escenario con una pandereta en el tobillo.
Y acabaron las estrellas, Joe Crepúsculo, con un escenario lleno de cables, como debe ser. La gente coreaba algunos de sus inmediatos himnos de minuto y medio, cantados y tocados de cualquier manera -esa es una de las gracias- resultando el concierto una mezcla de uno de La Casa Azul y otro de Hidrogenesse. Pero las canciones -algunas muy buenas- aguantan muy bien su pase al directo, y ellos son lo bastante rockstars como para mirar a su público a la cara y hacerles reír con un par de chorradas.